Vivimos en los tiempos del avance de la Medicina, de la vigilancia de la salud, de la prevención, del “por si acaso”…
Vamos al dentista: revisiones, arreglos, nuevas piezas que ya es lo más, limpiezas dentales, en fin, que no nos falta detalle. Periódicamente hay que hacerse análisis, tomarse la tensión, un electro de vez en cuando para los que vamos teniendo una edad, y no digamos si somos hipertensos, diabéticos o hipercolesterolémicos.
No debes faltar, si eres mujer a partir de los 45, a la mamografía bianual. La citología, cada varios años según el rango de edad. Y ahora, hombres y mujeres, también a partir de los 55, la prevención del cáncer de colon. Si tienes alrededor de 50, es raro que no hayas visitado a varios especialistas en un año, o que te hayas hecho dos o tres pruebas. Y también es raro que no tomes pastillas, una, dos o tres, o incluso más al día. No va a ser por no vigilar y estar al tanto de la salud.
Sí, la Medicina ha avanzado, y estamos tratando de ganar la batalla a enfermedades que antes se nos llevaban por delante “en menos que canta un gallo”.
Pienso si a veces no hacemos demasiado responsables de nuestra salud a los médicos, las medicinas, los programas, las pruebas y el sistema.
Detecto que puede darse una cierta delegación en todos ellos, un nuevo paternalismo delegado, de algo que es mi responsabilidad, como ser limitado, vulnerable, que requiere autocuidado. Por ejemplo, nos pasamos horas y horas delante del ordenador, o sentados en reuniones, unas detrás de otra, o en la consulta u oficina, horas y horas sin parar. No movemos las piernas, los brazos, o estiramos la espalda, o bebemos agua.
Y pasa un día y otro, y el cuerpo se queja, pero lo obviamos.
Si acaso una pastilleja, o dos o tres, y a tirar otro poco más.
O bien, como ya voy a pilates, pues que todo sea eso.
Comemos rápido, cenamos tarde, desayunamos poco, y luego nos damos un atracón en vacaciones, para compensar. Si tenemos insomnio, una pastillita, y si tenemos mocos, varias, para que se me quiten “ya”.
En definitiva, tal vez hay cosas sencillas que podemos ir cambiando. Esta carcasa que llamamos cuerpo, y la red de órganos, cableado e irrigación que tenemos por dentro, necesita de nuestra pequeña colaboración.
Tomarlo en cuenta, considerarlo, no para llenarlo de lujos de vez en cuando (cosa que también empieza a ser una moda), sino para ser conscientes de lo que cada día necesita. Es verdad, estamos muy ocupados, todo es de suma importancia, y nada puede esperar. Pero es evidente que dosificar, ir “a menos” en la agenda, y tomar consciencia de lo que significa ser humana, tiene su aquél. Es más humano, y humaniza el alrededor.
No digamos lo que necesitamos cuidar la mente, atiborrada de preocupaciones. ¡Qué bien le vendría un poco de música serena o de poesía, o diez minutos de meditación en silencio! Esto es más terapéutico que un baño en los aromas de no se cuántas especies, a los que nos estamos aficionando tratando de calmar fuera lo que solo se alcanza desde dentro.
Pues eso, que la salud merece pararse un poco, y si está en alza la autonomía, también es para que yo agarre las riendas de mi salud y empiece por transformar la hermosa y sencilla cotidianeidad con pequeños gestos. Lo otro también, pero sobre esto, no hay delegación posible.
Rosa Mª Belda Moreno.
(Fotografía de Bart Larue para Unsplash)