PREPARAR EL FINAL
El documento denominado: Testamento vital, voluntades anticipadas, directrices o instrucciones previas, es un interesante modo de reflexionar sobre el final de la vida, de darle un carácter comunitario, de afrontar el miedo y los interrogantes, humanizando un momento clave de la vida.
No es fácil
No es fácil, no, hablar de los momentos finales de la vida, de cómo queremos que sean, y ponernos imaginariamente en ese escenario, con el miedo que provoca, con la imperiosa necesidad que surge de apartar ese cáliz.
Elaborar las VVAA, supone atravesar ese miedo, que no ignorarlo, y tomar la cuestión como una oportunidad. Abrir una ventana al por si acaso, que será que sí. Y hacerlo ahora, mientras estoy lúcida y serena, o tal vez no tanto, porque ya he experimentado el vapuleo de la muerte cercana de familia y amigos.
¿Es un deber?
Tal vez, poner por escrito este documento no se debe a la desconfianza en los médicos que me asistirán en el final, ni tampoco a la desconfianza en la familia cercana. Unos y otra, gestionarán lo mejor que sepan y puedan este momento. Caminar por el sendero de la desconfianza es un tanto desconsolador.
Más bien, es posible plantearlo como un deber. Es cosa de ética, y por tanto de responsabilidad. Por aquello de facilitar la toma de decisiones, que a menudo se torna compleja. Es cosa de que al final puedo estar fuera de mí, es decir, sin consciencia, sin competencia, y sirve para afirmarme, una vez que ya no puedo hacerlo de manera explícita.
Muerte buena
Queremos vivir bien, afirmando la vida. No la “buena vida”, sino la “vida buena”. Es decir, la vida desde la clave de los valores, desde la responsabilidad, que no es sino la otra cara de la moneda de la libertad, mi esencia.
Queremos una vida buena, y una “muerte buena”, en consonancia con la vida vivida. Queremos además, hablar de ello, pronunciarnos, decir una palabra más. Queremos compartir el meollo del asunto, dialogarlo con los cercanos. Queremos escribirlo, para que aquello en lo que creo sea subrayado. Queremos dejar una herencia de “principios”, los bienes inmateriales, tesoros de mi humanidad. Y así, seguir siendo “yo”, en la vida y en la muerte.
Rosa María Belda Moreno. Médica, madre y feminista
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