Análisis en clave humanizadora
Los cuidados paliativos
Este capítulo, extenso, trata sobre el valor que tiene la atención y el cuidado al final de la vida desde la perspectiva paliativista. Se entiende que la esencia de la atención sanitaria debe alcanzar a la totalidad de la persona, en lo que se conoce como atención holística. Incluye la atención biológica, orgánica, y la atención a los valores, las relaciones, en definitiva, todo lo que constituye la persona en su integridad.
Partiendo de un aforismo clásico en medicina que indica la necesidad de aliviar siempre, sobre todo cuando no haya otras opciones terapéuticas, se ha ido configurando una metodología de atención que presenta el trabajo en equipo como básico, incluyendo a la familia y los allegados. Metodología que desgraciadamente no llega a toda la población, constatando que, en nuestro país, tiene una menor implantación que otros de nuestro entorno.
Metodología que pivota sobre la unidad familiar, dado que, en su conjunto, también enferma. Así el documento recoge: “Por ello es muy importante no solo asegurar el sostenimiento del enfermo, sino también el soporte adecuado para que la familia pueda hacer frente al desafío que supone la enfermedad de uno de sus miembros.” (15). Es por ello que una de las fuerzas princeps que mueve la atención en paliativos es “…mantener y, en lo posible, aumentar, el sosiego del paciente y de su familia.”(17).
Por ello es fundamental adecuar el cuidado a las necesidades, evitando en todo caso la obstinación terapéutica, adecuación que no supone una puerta falsa para aceptar la eutanasia, sino que supone un acto netamente clínico en cuanto que se evitan tratamientos y pruebas fútiles para la situación del enfermo y no solo es una cuestión de intencionalidad del acto, sino una actuación que responde a lo no indicado para ahora y este momento, sin obviar, en ningún momento, los imprescindibles cuidados básicos, desde la perspectiva que suponen la respuesta humana y de digna respuesta a las necesidades, que los sanitarios pueden brindar. En este contexto hay que considerar temas como la alimentación y la hidratación.
El documento se detiene específicamente en la Obstinación Terapéutica. De una manera, a mi modo de ver acertada, expone que salud no es sinónimo de integridad física, de manera que la búsqueda de esa situación no se corresponde con la finalidad de la medicina. Esta es procurar la salud y poder vivir la vida humana (aunque sea con limitaciones, si bien procurando que las limitaciones sean las menores posibles), por ello la medicina y los profesionales no deben aplicar todo el arsenal diagnóstico o terapéutico por el simple hecho de disponer de él, sino aplicarlo en función de las indicaciones y retirarlo cuando no cumplan con la finalidad propuesta. Se rechaza esta práctica cuando “…ya no proporcionan beneficio al enfermo y solo sirven para prolongar penosamente su agonía, se obstina en continuar los procedimientos médicos, impidiendo que la naturaleza siga su curso natural.” Y porque “…instrumentaliza a la persona subordinando su dignidad a otros fines.” (32)
Derechos de los enfermos
En el nº 22 se expone una tabla de derechos de los enfermos en situación terminal, entendiendo estos derechos como parte de lo que se conoce como “morir con dignidad”. Recojo aquí algunos:
– Derecho a no sufrir inútilmente
– Derecho a que se respete la libertad de conciencia
– Derecho a conocer la verdad de su situación
– Derecho a participar en las decisiones acerca de las intervenciones a que se le haya de someter
– Derecho a mantener un diálogo confiado con los médicos, familiares, amigos y personas de los ambientes donde ha desarrollado su vida
– Derecho a que sea respetada su privacidad y la presencia y trato con sus familiares
– Derecho a dejar resueltos los asuntos que considera fundamentales para su vida
– Derecho a recibir asistencia espiritual.
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