Análisis en clave humanizadora.
Debate sobre la eutanasia y los cuidados paliativos
Y llega el momento de tratar una de las cuestiones más espinosas en el debate sobre la eutanasia y los cuidados paliativos. Dado que uno de los argumentos más potentes para defender la eutanasia está, precisamente, en evitar o controlar el sufrimiento. Es preciso que se comprenda que ante la situación de final de vida, es inevitable la percepción de sufrimiento, por la pérdida de la vida frente a la esperanza de seguir viviendo. Algunas propuestas implican control sintomático, ofrecer consuelo y esperanza, ofrecer acompañamiento de sus familiares o allegados, favorecer mantener, en lo posible, una calidad de vida, custodiar la dignidad como tesoro y ofrecer cuidado para la dimensión espiritual.
Hay una perspectiva de vivencia personal, experimentada como fenómeno vital, que lleva a reconocer que cada persona experimenta el dolor y el sufrimiento de manera diferente. Por ello la propuesta supone ofrecer un cuidado individualizado, lo que podemos entender como una personalización de la medicina a la medida de cada persona en su contexto. Esto implica que no todo médico puede valer para esto, que es preciso que esta atención se lleve a cabo por especialistas (que escasean en nuestro país). Igualmente es un reconocimiento al protagonismo del paciente. Así frente al dolor hay opciones terapéuticas, en algunos casos potentes con reconocidos efectos secundarios, como puede ser el acortar la vida, cuestión reconocida por Pío XII, al considerar que la analgesia es lícita “…en situación terminal si no hay otros medios y si, dadas las circunstancias, ello no impide el cumplimiento de otros deberes religiosos y morales, aunque de ello se pudiera derivar un posible acortamiento de la vida del enfermo”. El manejo de los fármacos acorde a la farmacología y modernas técnicas de administración, aminoran de manera significativa los efectos deletéreos de la medicación.
Evitar el dolor y acompañar
Pero quizás sea la soledad la experiencia que puede generar más desesperanza a los pacientes. Es un sentimiento de “soledad vital”, que atañe a todas las facetas de la vida y que implica un reconocimiento de que, al final, el tránsito lo hace la persona sola. Ante esta conciencia los sanitario pueden ayudar desbrozando ese camino y no poniendo más elementos que dificulten un tránsito pacífico. Los familiares, que son genuinos acompañantes, se encuentran desorientados en cómo ofrecer ese acompañamiento, cómo ayudar en la toma compartida de decisiones, sin olvidar que en todo este proceso las familias también precisa acompañamiento, hacerles ver que no están solos y que serán sostenidas en la ayuda que precisen. Todo ello concurre en una atención humanizada y humanizadora que sabe utilizar la tecnología al servicio de la persona.
Otra cuestión que considera el documento es la conocida como sedación paliativa. El documento reconoce la bondad de esta medida cuando se está ante síntomas refractarios, que no se pueden controlar por otros medios, pero como toda buena práctica clínica tiene que tener sus indicaciones. Y la proximidad a la muerte, sin otros síntomas no es indicación para la sedación paliativa, ni tampoco el agotamiento de los profesionales o familiares. En todo caso, ante la toma de decisiones tan severas, sería preciso poder disponer de la opinión del paciente que puede ser expresada a través del documento de INSTRUCCIONES PREVIAS, reconocido legalmente, según la Ley 41/2002 y también eclesialmente, como es el documento aprobado por la Conferencia Episcopal Española en 1989.
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