El sentido de la dignidad humana
Continuamos analizando en clave humanizadora el documento Sembradores de esperanza, que es un canto a la esperanza, pero no en formato brindis al sol sino en un sentido constructivo de una cultura del respeto a la dignidad humana.
El sentido de la dignidad humana, inviolable y con vocación trascendente, que se descubre en la relación interpersonal, confirmada en la raíz y horizonte de toda vida humana. Entiende que llegar a esta concepción de la vida exigen formación y educación en los valores, en virtudes, facilitando las premisas para que cada persona vaya construyendo éticamente su vida.
Hace una crítica seria sobre las actitudes personales que rechazan aquellas relaciones interpersonales de las que no se pueden aprovechar, criticando aquellas situaciones en las que «cuando alguien se encuentra decaído por la enfermedad, sin una conversación interesante, solo con quejas continuas, tendemos a disminuir las relaciones con él.» Para contrarrestarlo se propone una cultura del encuentro, y del vínculo, de verdadera compasión y promoción humana.
Habilidades del personal sanitario
Supone hacer énfasis en la formación del personal sanitario en habilidades blandas, las que suponen comunicación y relación, las que llevan a formar en acompañamiento y consuelo, desgraciadamente no se refleja, en muchos casos, en el curriculum de los estudios sanitarios, pero afortunadamente disponemos de cursos de especialización y postgrado como los promueve el Centro de Humanización de la Salud.
Cultura de la vida
Es preciso establecer estrategias que fomenten una cultura de la vida, que trate de eliminar la visión utilitarista de la vida. Así se propone considerar que la muerte no debe ser un tema tabú; que no se puede tratar desigualmente a otros miembros de la sociedad por cuestiones de religión, género, procedencia, etc. Considerar a la familia como ámbito natural de solidaridad, y desde ahí respetada y querida, donde radica el lugar natural para acoger la enfermedad y la ancianidad; considerar el mundo asistencial como el espacio en el que no tiene cabida desentendernos de los enfermos y ancianos, en aras a otros intereses, y donde las profesiones sanitarias se orienten hacia la atención integral de la persona en todo su recorrido vital; una cultura de tutela efectiva, por parte de los poderes públicos, de la vida en todas sus manifestaciones.
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