Conclusión en clave humanizadora:
En un documento como Sembradores de esperanza no podía faltar el sustento de fe que permite dar otro sentido a las propuestas realizadas en el mismo. De lo expuesto hasta ahora en otros blogs puede servir a todos, creyentes y no creyentes. Pero desde la fe en Jesús, cobra otra dimensión.
Para los creyentes, como expone el documento, «La fe aporta al cuidado de los enfermos en situación terminal una luz nueva en la consideración del misterio de la Creación y Redención en Cristo». Entiende, que la persona está llamada a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de la vida terrena (como recogen la Evangelium Vitae) y, lo que es más importante: “La vida en el tiempo es condición básica, momento inicial y parte integrante de todo el proceso unitario de la vida humana.”, de ahí la importancia de defenderla, puesto que supone reconocer “el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo.”
Por ello no es de extrañar que se constituya en objetivo vital dar sentido al sufrimiento y las dificultades de la vida al mostrar “para qué”, pero sobre todo, y más importante, “para quién”, en este sentido hay que hacer propuestas de acompañamiento y sostenimiento del enfermo en el camino de su reflexión y profundización sobre la preguntas antes enunciadas.
Perspectiva cristiana
¿Qué sentido tiene para un cristiano el dolor y el sufrimiento?. Desde la perspectiva amorosa de Dios para cada hombre y cada mujer es difícil encontrar un sentido, pero es precisamente en la vivencia del dolor, donde encuentra su sentido. La experiencia de Jesús al anunciar un Dios Amor, ahonda en esta idea, no se trata de un castigo, porque es un dios de vida. Se trata de una experiencia tan humana que el mismo Jesús asumió en su humanidad, entendió la presencia del sufrimiento y por ello se acercó, alivió, consoló y curó a los enfermos y a los que sufren. Al asumirlo lo transforma en Buena Nueva, no puede eliminar el dolor pero en su reconocimiento del Dios amoroso le da un nuevo sentido dando vida plena y sentido a la historia humana y al universo. Experiencia que cada persona puede vivir encontrando sentido, convirtiéndolo en fuente en fuente de amor y superación del propio egoísmo. Es también vocación de los seguidores de Cristo, vocación de donación preferente a los que sufren. Como nos recuerda la parábola del Buen Samaritano, ante el sufrimiento hay que responder, impele a la acción, siguiendo a este personaje descubrimos que ante el sufrimiento la actitud que nos propone Jesús es de donación, salir del propio “yo”, abriendo este “yo” al otro, reconociendo la alteralidad y hospitalidad como motores de una vida entregada al servicio del sufriente. Porque como reconoce la carta Salvici Doloris: “El hombre no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás”
Esto nos lleva a entender porqué el cristiano es un defensor de la cultura de la vida y del encuentro, rechazando la cultura del descarte y la exclusión. El documento expone algunas acciones concretas que se pueden llevar a cabo: desde la acogida tanto del dolor propio como ajeno (teniendo a Cristo como modelo), apoyando y acogiendo a los que sufren, orando por ellos y por los cuidadores, fomentando vocaciones de servicio a los enfermos, saliendo a la plaza pública de los medios de comunicación y participando activamente en iniciativas sociales, fomentando en los profesionales sanitarios un concepto de medicina y de asistencia sanitaria centradas en la promoción de la dignidad de la persona en toda circunstancia.
Entendiendo que los sacramentos son signos sensibles y eficaces de la gracia de Dios, disponemos de un sacramento propio para el momento de enfermedad, La unción de los enfermos. Este Sacramento otorga al cristiano un don particular del Espíritu Santo, mediante el cual recibe una gracia de fortaleza, paz, consuelo y esperanza para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad o de fragilidad de la vejez. En la esencia del sacramento está el reconocimiento de que es un “Sacramento de Vida, expresión sacramental de la acción liberadora de Cristo que invita y, al mismo tiempo, ayuda al enfermo a participar en esta liberación”
Testimonio a favor de la vida
El cristiano contempla la muerte como el encuentro definitivo con el Dios de la vida, aunque se puede anhelar este encuentro definitivo, pero no por ello la propia naturaleza humana se resiste a dar este paso, son muchas cosas que nos atan a este mundo. En este sentido se entienden muchos de los ritos de despedida y de “dejar ir” que se llevan a cabo en el desarrollo de los duelos.
Termina el documento resumiendo la doctrina de la Iglesia sobre la actitud al final de esta vida, resumido en 10 puntos que ofrecen, de manera sintética, claves para una praxis sanitaria desde la perspectiva católica.
Los cristianos estamos llamados a dar un testimonio a favor de la vida, desde el convencimiento de un designio amoroso de Dios para todo ser humano, es por ello que debe ser promotor de todo aquello que mejore las condiciones de la sociedad y, especialmente, asistenciales que promocionen la dignidad de todo ser humano y mostrando la indignidad que suponen las prácticas eutanásicas.
El documento concluye con una declaración que puede convertirse en un manifiesto de praxis de vida: Queremos ser sembradores de esperanza para quienes se sienten cansados y angustiados, de modo particular los enfermos graves y sus familias.
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