Me preguntaba de dónde viene tanto interés por el tema de la soledad no deseada. Parecería que nos hubiéramos despertado de un sueño de indiferencia vecinal o de una alucinación negadora de la soledad del doliente.
Me atreví a decir recientemente en público, en el marco de una conferencia, que no alcanzaba a ver las motivaciones del insistente interés por este tema. Alguien, desde el público, hizo el gesto del dinero. Pocos días después, me llega el informe del Observatorio Estatal de Soledad No Deseada sobre su coste.
Efectivamente, la soledad no deseada es cara.
¿Y los intangibles?
Se estima que la soledad no deseada representa un coste total de 14.141 millones de euros anuales en nuestro país. Esto representa el 1,17% del Producto Interior Bruto (PIB) de España en el año 2021. En concreto, los costes por la frecuentación de los servicios sanitarios se elevan a más de 5.600 millones de euros anuales, y los costes por consumo de medicamentos son 495,9 millones de euros.
En conjunto, los costes sanitarios equivalen al 0,51% del PIB. Todo esto, sin contar los intangibles de reducción de calidad de vida y anticipación de la mortalidad.
Humanizar también produce eficiencia
Vaya, que es muy bienvenida a la sociedad la sensibilidad ante el tema de la soledad no deseada; también porque es muy cara. Parecería que humanizar, en este aspecto, también produce eficiencia. No tuve esto en cuenta cuando, con Consuelo Santamaría, en 2022, escribí el libro “Humanizar la soledad. Comprenderla y acompañarla”, publicado en Desclée De Brouwer. Ahora, con el Observatorio, ya tenemos números.
José Carlos Bermejo
(Imagen, Pixabay)