Yo, soy persona de sueños, personales, familiares y comunitarios. El ser creyente me hace vivir y trabajar por construir la gran familia humana que nos propuso Jesús, tratar a los demás como si fueran hermanos. Este es un sueño que se sueña juntos y que nos hace transformadores, donde estamos: trabajo, barrio, sociedad o grupos. Los sueños que se tienen en pareja, de formar un hogar acogedor y una familia solidaria y fraterna, es algo que nos ha impulsado a crear una familia de la que estoy bastante orgullosa.
El otro día hablaba con una persona atea que me decía que no podía entender la fe de su madre y yo le explicaba cómo Dios me llena a mí. La fe llena mi vida de sentido y de misión, y me impulsa a tratar a los demás de una manera determinada. Recuerdo nuestros sueños de noviazgo, que tienen mucho que ver con la familia que hemos creado y el hogar que inventamos.
Vida con sentido y misión
Me gusta a mí mucho el cuento de aquel que vivía aburrido en su rutina y un día soñó algo así…
LA RUTINA
Estaba cansado de la rutina del trabajo, de tener siempre los mismos compañeros y repetir cada día las mismas costumbres. Al volver a casa, su mujer le contaba siempre las mismas cosas y apenas le escuchaba, igual que a los niños, que hacían ruidos molestos y no le dejaban tranquilo.
¡Dios mío, Tengo ganas de terminar con esta rutina!…
Y oyó, de pronto una voz que le decía:
– Así será. Desde hoy otra persona, que estaba en el paro, ocupa tu lugar de trabajo y está encantada, además le gustan mucho los compañeros y el ambiente que le rodea. También tu mujer ha encontrado un hombre que agradece su conversación y sus caricias, está enamorado de ella y disfruta con la casa y con los niños, pues antes no había podido tenerlos, por ser estéril.
– Pero, ¿es que he muerto?
– Sí, claro, descansa tranquilo.
De pronto abrió los ojos. Su mujer le preguntó:
– Cariño, estabas inquieto, ¿es que has tenido otra pesadilla?
– No, no ha sido otra pesadilla… ha sido otra oportunidad.
Y es que los sueños pueden ser transformadores, o una oportunidad de reflexión y de reencuentro con lo que uno vive, como le ocurrió a nuestro amigo, que lo vivió como otra oportunidad para reconciliarse con su vida y vivirla mejor.
Hay sueños que se sueñan despiertos, que pertenecen a la parte más consciente de la persona y otros que brotan en el inconsciente cuando uno está dormido y, a veces brotan las quejas que uno no se permite expresar, el cansancio o el agobio. Por eso es bueno pararse a reflexionar sobre lo que uno ha soñado, que igual son gritos del subconsciente que está pidiendo descanso o algo concreto, como le ocurría a nuestro protagonista del cuento.
Cuando yo estaba estudiando mi formación de psicoterapeuta Gestalt, recuerdo que trabajamos los sueños y ahí brotaban muchas cosas importantes de la persona, como “quejíos”, llantos, necesidades, cansancios, aburrimientos, desamores, rutinas no formuladas, insatisfacciones y era muy interesante escucharlas en otros, o analizarlas en voz alta, pues, al escuchar a los demás, uno se veía reflejado en otros sueños… La verdad es que nunca después he vuelto a tocar el tema, quizás por temor a encontrar en mis sueños algún vacío no resuelto, o alguna carencia que arreglar… Igual este artículo me sirve para entrar en mis adentros y echar un ojo a mis sueños.
La verdad es que yo, soñar, creo que sueño poco. Antes tenía un sueño repetitivo en el que venía huyendo, me caía en un hoyo y gritaba el nombre de mi marido, que venía siempre a salvarme y me despertaba del sueño con un abrazo tranquilizador. El otro día lo recordábamos los dos riéndonos, porque hace tiempo que ya no me ocurre. Igual era un grito de juventud, de antes de dormirme, que ya no lo doy, pero hay que reconocer que era bonito y romántico. Siempre mi salvador estaba allí…
Decía mi profesor de sueños que conviene acostarse con una libreta al lado y apuntar los sueños al despertar, para luego trabajarlos un poco. Yo, desde ahora, al recordarlo, los voy a volver a escribir.
Es famoso el sueño de Martin Luther King: «I have a dream» (Tengo un sueño), cuando habló de su deseo de un futuro en el cual la gente de tez negra y blanca puedan coexistir armoniosamente y como iguales, y fue considerado el mejor discurso de la historia…
Este es un sueño formulado y contagiable, que compartimos mucha gente y que él expresó una y mil veces y fue su impulso para todos los cambios que ahora se están produciendo en la sociedad americana, entre negros y blancos. Hace días en Reino Unido se ha producido la muerte de una blanca en manos de un policía y, afortunadamente, se ha montado un gran revuelo político y social, como ocurrió con la muerte de Floyd, la persona negra a la que un policía ahogó con su rodilla y que todo el mundo tomó partido contra ello.
Un domingo tuve a mis hijos y nietos de merienda cena y resultó que, en un partido de futbol, un jugador le dijo a otro “negro de mierda” y el pobre chico estaba enfadado, sentado solo, en el último piso de las gradas. Lo bueno fue que interrumpieron el partido hasta que se comentó bastante la frase y la descalificación del blanco. Me gustó mucho que mi nieto de ocho años se indignó tanto que ya no podía ni cenar, por el ataque de racismo. Al final, después de dar muchas vueltas al encontronazo entre estos dos jugadores, todo ha quedado en nada. Lo mejor de todo es que ha servido para revitalizar los planteamientos racistas del deporte, que siempre viene bien y que son demasiado frecuentes, por desgracia.
Este es uno de los logros de Martin Luther King. Los sueños potenciadores de una sociedad nueva y más fraterna. Como la adolescente sueca Greta Thunberg que compartió su sueño y lo contagió a muchos otros jóvenes y adultos para luchar por la ecología y un planeta más humano, movilizando a políticos, autoridades y entidades de todo el mundo. Ahora parece que está un poco olvidada, pero ha sido el motor de muchos cambios ecológicos de todos los países.
Asimismo, creo que los momentos familiares religiosos fomentan los sueños comunes y los proyectos personales, crean un talante común de manera de estar en el mundo y desear las mismas cosas, para tener una misma música de fondo y comportamientos y compromisos comunes. Es curioso como lo que se ve se olvida, pero lo que se hace y se aprende, se queda grabado a fuego en el alma. Me impresiona ver cómo se contagia el orar, el reflexionar y el compartir emociones, sentimiento y sueños.
Comentando con mis hermanas que estoy escribiendo este artículo sobre los sueños, me recuerdan el poema de Antonio Machado que mi padre me enseñó a declamar de niña: Anoche, cuando dormía / soñé, ¡bendita ilusión!, / que era Dio lo que tenía / dentro de mi corazón. Parece que oigo a mi padre cuando decía que este último verso era lo mejor que me podría pasar en la vida, que es tener a Dios dentro de mi corazón… y me emociona.
Hasta la próxima. Un abrazo.
Mari Patxi Ayerra
Ilustración: Nati Rodríguez
(Este es el último artículo de Mari Patxi Ayerra, publicado en la revista Humanizar nº 176 el 1 de Mayo de 2021. Nuestra compañera y colaboradora ha fallecido el 16 de mayo. Como homenaje queremos recordarla tal y como era a través de su legado en numerosos escritos, artículos y libros. Desde el Centro de Humanización de la Salud lamentamos su pérdida y enviamos un sentido abrazo a su familia, amigos y lectores. DEP)
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