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Querer es poder

23/12/2020

 

 

Recobrar la Navidad

 

Una historia real

El pasado 21 de diciembre, solsticio de invierno, nos regalaba el cielo el culmen de un espectáculo especial: la conjunción de Júpiter y Saturno, con sus anillos de satélites iluminados y una luna creciente en todo su esplendor. Según parece, es la misma luz de la estrella polar, que guió a los Magos de Oriente desde Tarsis (Hispania) a Belén. Johannes Kepler (1571-1630) está en la fuente del dato. Si seguimos los estudios históricos, el fenómeno se produciría el año 7 a. de C., con lo que existiría cierto desfase metafórico entre los Evangelios y los hechos in situ –Herodes el Grande, el sanguinario artífice de la matanza de los Inocentes, moriría el año 4 a. de C.–. Saturno representaría a Israel; Júpiter, al Rey de Reyes (Joseph Ratzinger, La infancia de Jesús).

La aparición del ángel a José y el retorno de la Santa Familia a Nazaret acaece a la muerte del rey de Palestina: “Después de la muerte de Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y regresa a la tierra de Israel, porque ya han muerto los que querían matar al niño”” (Mateo 2, 19-20). Según José Antonio Pagola en su libro Jesús de Nazaret, Jesús sería ya un niñito mayor: “A los cinco días, Herodes expiraba en su palacio de Jericó. Jesús tenía dos o tres años y comenzaba a dar sus primeros pasos en tomo a su casa de Nazaret”.

Otro punto históricamente controvertido sería el censo de Quirino, por el que José y María encinta habrían de trasladarse a Belén: “Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo en todo el imperio. Este fue en primer censo, siendo Quirino gobernador de Siria” (Lucas 2, 1-2). Si bien el historiador Josefo (Antigüedades de los Judíos) data dicho censo, con Quirino como gobernador de la Siria romana, en el año 6 d. de C. Caben varias explicaciones, entre ellas, que tanto Lucas como Josefo contextualizasen el censo y el nacimiento del Mesías en un entorno histórico amplio; o que el evangelista se refiriese al “primer censo”, cuando Quirino fue nombrado por Augusto alto mandatario de otras regiones de la zona (año 1 a. de C.).

Sea como fuere, esos datos demuestran que el nacimiento de Cristo, año más año menos, fue realmente histórico. Escenas tan hermosas como la aparición a los pastores, la presentación en el templo a Simeón, la huida a Egipto y su retorno, la infancia oculta ayudando a su padre en el taller, su crecimiento entre maestros religiosos, el Bautismo, la vida pública y su posterior camino hacia la Cruz, son hechos encarnados en un aquí y ahora. Jesús es el único ser humano de la Historia ajusticiado a latigazos y después crucificado, fuerte y bello como nadie. Pisamos firme. Quien quiera que nos siga.

 

Belén hoy

¿Cómo definiríamos la cuna de Jesús en esta esperanzadora transición entre 2020 y 2021? Un país continuamente en guerra; asolado también por la pandemia; que reclama los derechos humanos de niños y mujeres. Vacía esta Navidad. Si Jesús nació en un mísero pesebre, continúa hoy haciéndolo en los corazones rotos, dando luz a la esperanza, encarnándose.

Y Belén es el puerto canario de Arguineguín, donde hombres, mujeres, mamás embarazadas y pequeños huyendo de la guerra, la miseria, la enfermedad en grado superlativo. Se tramita la deportación a sus países sin asistencia de abogados, se viola el derecho de asilo internacional, se expone a las víctimas de trata a volver a su condena. No hay lugar para todos. Entre ellos también quiere nacer Jesús.

Se me ocurre, tantos ancianos solos; familias que han vivido un duelo robado; pequeños que han sufrido y se han sentido culpables; parejas rotas para siempre; mujeres maltratadas en un confinamiento atroz; personas con discapacidad sin asistencia. Son pesebre querido del Niño Jesús.

 

Volver al paraíso

Vicente Aleixandre, entre otros muchos poetas, canta al paraíso perdido de la infancia según vamos creciendo. Su poema “Cuidad del paraíso”, dedicado a su Málaga natal, del libro Sombra del paraíso (1944), es una bella muestra:

Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria,
antes de hundirte para siempre en las olas amantes.

Da igual que coloquemos nuestro belén casero el 6, día de la Constitución,  o el 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada; o que lo mantengamos al domingo del Bautismo de Cristo, pasadas las navidades, o la Candelaria o presentación del niño en el templo, el 2 de febrero, siguiendo las diversas tradiciones. Preparar los caminos, las montañas, el riachuelo; el telón de fondo del paisaje. Ir colocando los pastores, la lavandera, el herrero, la vendedora de verduras. Levantar en su lado exacto el portal, con María y José, que esperarán al niño a las doce de la medianoche. Ir acercando a los Reyes… Nos regresa a nuestra propia infancia, a ese centro sagrado donde nace Dios.

En un hospital de Granada, el Hospital Clínico San Cecilio, los médicos lograron que, que fallecía de covid al poco de parir. Es esta su primera Navidad. Que no sea la última.

 

                               María Pilar Martínez Barca

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