Las narraciones han acompañado al ser humano desde el principio de los tiempos, como muestran las pinturas rupestres. Es interesante observar que ya en estos atisbos de comunicación se establecían narraciones con dos componentes, el de los hechos, expresados, por ejemplo, en las escenas de caza y el mundo de los valores, porque dejaba plasmado el valor, la fuerza, etc. podemos decir que las narraciones han ido configurando al ser humano desde siempre.
Pero a pesar de la importancia que tiene la narración en la cultura y en la configuración de los valores personales no ha tenido cabida en actividades como la medicina. Es verdad que en la medicina tenemos la historia clínica, que Laín Entralgo califica como la narración médica por excelencia, en el que una persona va narrando sus vivencias de enfermedad y otra persona lo va redactando. La bondad de esta narración, en la relación asistencial, está avalada por la propia historia y desarrollo de la medicina. Estas narraciones han facilitado el avance de la medicina, pero fundamentalmente de la parte más técnica y científica de la medicina.
Pero esta narración ¿es suficiente para lograr la excelencia en la relación?
En los tiempos que corren la queja, en cuestión de la relación sanitaria, viene precisamente de que se han descuido los otros aspectos de la relación, lo que tiene que ver con los sentimientos que la enfermedad despierta en los pacientes y en sus familiares.
La narración, clave en la relación de ayuda
Por eso a finales del siglo pasado se empezó a fomentar un nuevo acercamiento al paciente, mediante las narraciones. El acercamiento al paciente desde las narraciones puede ayudar a comprender su problema, desde la vivencia de su enfermedad y los sentimientos que le afloran.
Para entender cómo llevar a cabo la narración en la relación asistencial, traigo a colación sendos libros escritos por los profesores Tomás Domingo Moratalla sobre Bioética Narrativa, el último ha salido a finales del pasado año, y trata sobre las aplicaciones de esta disciplina novedosa.
En estos libros nos adentran en el mundo de las narraciones y su aplicación para mejorar la relación asistencial, para llegar a la excelencia en la misma, objeto último de la ética, en general y de la bioética en particular.
Cada persona y su circunstancia
Desde las narraciones, de cualquier tipo, novelas, películas, nos enseñan a ver desde otra perspectiva, ver desde diferentes ángulos, de manera que al final, comprender al paciente, es saber leer su vida, y eso solo se puede hacer desde la narración. Miguel de Unamuno lo expresa de manera contundente en su novela Niebla (Nivola), un paciente prácticamente desahuciado por la medicina, se recupera cuando el médico “entiende” al paciente, se entiende cuando entra en la persona y no solo en sus síntomas.
Es preciso que aprendamos como sanitarios a saber leer la vida de las personas, que incluya todos los elementos, incluyendo los circunstanciales, porque como expresaba Ortega y Gasset, es preciso detenerse en las circunstancias de las personas porque ayudan a configurar su (nuestro) yo.
En la relación de ayuda, desde hace tiempo se recurre a la narración como manera de entender y mejorar la relación de ayuda, como ejercicio pedagógico para facilitar el entendimiento de lo que acontece a las personas.
Francisco Javier Rivas Flores
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