Llevamos varios meses escuchando, y viendo, las propuestas que nos hacen las distintas autoridades tanto sanitarias como políticas y sociales para protegernos y proteger a nuestro entorno del coronavirus. Son diversas medidas que tratan de poner barreras para evitar que el virus pueda propagarse.
Pero a mí estas medidas me permiten hacer un planteamiento de cómo debe mejorar nuestra vida, me parecen una metáfora que nos puede ayudar a una nueva normalidad.
Es una invitación al cambio que tanto se ha repetido. Todo va a cambiar, las personas van a cambiar, van a ser más solidarias y preocupadas por los demás. Las instituciones van a buscar el bien común. Los gobiernos y los estados trabajarán por los más desfavorecidos.
Todos estos propósitos pueden ser ciertos, pero precisan que también a nivel individual trabajemos a favor de este cambio. Solo cuando cambiamos las personas podemos cambiar la sociedad. Me parece que lo planteado en esta pandemia es una metáfora de nuestra vida y de cómo cambiar y evolucionar como personas, en definitiva, el crecimiento personal.
- Lavarse las manos y fomentar la limpieza. Es preciso fomentar la limpieza interior, erradicando aquello que nos perjudica y perjudica a otros. Con limpieza interior podemos erradicar la envidia, la prepotencia. Ya nos dijo Jesús de Nazaret que lo que hace impuro a la persona es lo que viene de su interior. Habría que fomentar una mirada limpia, una manera nueva de ver al otro. No esperes que el otro lo haga, da tú el primer paso.
- Usar mascarilla. En este tiempo hemos comprobado lo difícil que puede ser expresarse con una mascarilla, porque nos dificulta articular bien y exhalar el aire que permite la fonación. Pero si lo entendemos como una metáfora, supone evitar las palabras inútiles, las palabras que contaminan, así como las descalificaciones, los insultos. Nuestra mascarilla debería filtrar y deja salir solo las palabras que sean constructivas, que potencien a la otra persona, que den alegría y confianza. No se puede olvidar que la comunicación es una de las grandes riquezas del ser humano.
- Mantener la distancia de seguridad. De manera habitual se expresa como mantener la distancia social, pero como me comentó un buen amigo, hay que mantener la distancia personal pero no la social. Mantener la distancia social supone ahondar más en la separación de la sociedad, separar a los que pueden acceder a medios de los que no pueden, de los tienen bienes frente a los desposeídos. Nuestra sociedad necesita reconstruida si se tienen en cuenta a todos los miembros de la sociedad. Pero sigue siendo preciso mantener la distancia personal que nos permita entrar en un espacio de intimidad que hay que saber respetar, como nos enseñan los erizos, en el frío mantienen la distancia adecuada para no pincharse unos a otros y mantener el calor.
- Limpiar y desinfectar. Supone una actitud activa y positiva para mantener el entorno en el mejor estado posible. Limpiar la sociedad es crear un ambiente de justicia para procurar que todos podamos acceder a los bienes y servicios que como sociedad nos debemos. No es una justicia de correspondencia, de méritos, sino que es una justicia profunda que parte del convencimiento de que la dignidad personal es común para todos y por ello nos sentimos responsables de restablecer una sociedad en la que nadie quede excluido, ni por edad, ni por género, ni por posición social o económica.
- Monitorizar la salud. Supone saber explorarnos, autoexplorarnos para descubrir aquello que nos puede dañar o puede perjudicar a otros. Es un ejercicio de contemplación interior. Es estar en silencio para poder escuchar a nuestro cuerpo, a nuestros pensamientos. Supone desarrollar habilidades de inteligencia emocional que nos lleve a reconocer nuestras debilidades y nuestras fortalezas.
- Información. Es otra de las competencias a desarrollar para el crecimiento. Saber discernir de todo lo que nos llega aquello que realmente aporta algo para mejorar la convivencia, el encuentro y el desarrollo personal, de aquello que nos contamina y empobrece nuestra vida. La fakes news, noticias falsas o malintencionadas, no pueden entrar en nuestra vida, dando crédito a todo lo publicado. Se nos exige capacidad de discernimiento para poder valorar lo que es auténtico de lo que no.
Si fuéramos capaces de adquirir estos hábitos también en lo personal probablemente contribuyamos a construirnos como mejores personas y a construir una sociedad más sana y más solidaria.
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