Perdonar, agradecer y decir el cariño
A todos nos ha de llegar la hora de la muerte, más tarde o más temprano y es importante que estemos preparados, habiendo resuelto algunos asuntos transcendentes, que son las tres últimas asignaturas que tiene uno que superar.
1.- PERDONAR
Perdonarse uno mismo por todos los errores y fallos que ha tenido en su vida, darse permiso para ser humano y, por lo tanto, con capacidad de errar y de meter la pata. PERDONAR A LOS OTROS, es igual de importante, no tener nada contra nadie, no guardar dentro ningún rencor, que nos inquiete ni que nos aleje de nadie. (Aquella madre que le dice a su hija: Nunca te perdonaré aquel embarazo adolescente, que nos hizo sufrir tanto a su padre y a mí… y creo que por eso me dio a mí aquel cáncer tan fuerte, que duró casi 10 años). Pues esta mujer lo mejor que puede hacer, por sí misma es perdonar a su hija y la hija se quedará desculpabilizada y tranquila, si la madre, antes de morir, le perdona. O el padre que siempre le dice a su hijo: Nunca te perdoné que no trabajaras el taxi, cuando me jubilé, en vez de hacerte camarero… Pues este padre tiene que aceptar que cada ser humano elige su camino y que nadie podemos impedir al otro ser lo que quiere ser, y menos a los hijos.
2.- AGRADECER
Agradecer a la vida y a los de alrededor los detalles, servicios, afectos, trabajos y cariño que te han regalado a lo largo de tu vida. La simpatía del panadero, el trabajo de la lavadora, mientras tú te vas a clase, el cartero que te trae la correspondencia, la cama acogedora que cada noche te descansa, el lavaplatos que, mientras estáis de tertulia, ya está fregando los cacharros…
3.- DECIR EL CARIÑO
Decir el cariño con amor, que no se te quede nadie a quien quieres por decírselo. El cariño que no se dice, se pierde. Dí a la gente con la que vives cuánto les quieres, dí a los tuyos te quiero, todas las veces que tengas ocasión, y a todos los de tu vida. No te vayas sin decírselo. (Aquella hija que le dice a su madre: “Mamá, has sido la mejor madre del mundo”… y la anciana moribunda se volvió y le dijo: “Hija mía, me lo podías haber dicho antes”…
Mari Patxi Ayerra, colaboradora de humanizar.es
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