El Prof. de ética de la Universidad de Barcelona, Josep María Esquirol pronunció la conferencia inaugural del XV Congreso Nacional de Bioética, organizado por la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica, entre los días 4-6 de noviembre de 2021. El título de su conferencia, y su contenido, “El cuidado como poética del mundo, de vida y de sentido” me dan pie para las siguientes reflexiones recogidas de su intervención.
Cuidar es radical en el ser humano
El primer pensamiento que expresó el autor es que “cuidar es el gesto más radical del ser humano”, entendiendo por radical lo que supone la raíz de lo humano, y así lo vemos en los yacimientos de restos humanos más antiguos. Hay manifestaciones que muestran que los miembros de grupo no dejaban a nadie a la intemperie, sino que se llevan a cabo labores de cuidado.
La reflexión en el cuidado
El cuidado exige reflexión, es decir, no solo cómo se fundamenta, sino volver a los orígenes, a su significado. Y sobre qué hay que reflexionar, de manera primaria sobre los vínculos, las relaciones que cada uno establece. Reflexionar sobre estas relaciones permite intensificarlas, porque la reflexión se convierte en praxis, en acción. Es una manifestación de la poética que supone acción. Hacer poesía es unir juntar unas palabras para producir un texto que llegue a las personas, por eso la poesía, hay que hacerla bien, que la virtud ética por excelencia. Traducido al cuidado, es una poética que se debe hacer bien para dar sentido a la relación entre los seres humanos, y es una virtud radical (en el sentido de raíz) de la acción humana, es la que funda la relación entre humanos, y esto se traduce en hacer, construir, generar. Y son rasgos clave en este hacer bien que supone el cuidado, el juntar, la yuntura, de las personas, y hacerlo bien supone no generar confusión en lo que se quiere juntar; y otro rasgo clave es que no es espontáneo, precisa atención, tacto, habilidad.
Indicadores para la reflexión
Esquirol indica que hay tres indicadores que se deben considerar en relación con el cuidado: mundo, vida y sentido.
Mundo, cosmos, en su concepción original supone el orden, la armonía que preside la vida, es lo contrario a lo caótico. Y se trata de una armonía pulcra, limpia. Se resalta que el ser humano es generador de cosmicidad (armonía, pulcritud), pero precisa ser mantenida, prestarle una atención continua, porque lo que no se cuida degenera. Hacer mundo supone hacer más mundo, el hacer algo en relación con la vida humana supone hacer más vida.
Vida. El cuidado de la vida supone dos dimensiones: amparar y cuidar la vida. Amparar la vida supone calidez, la relación humana de cuidado deber ser cálida. Cuidar la vida supone intensificar el gusto de la vida, es sentirse viviendo. Por ello es preciso amar; pero amar en todas sus modalidades, porque quien ama vive más (no vive más años, sino que vive la vida más intensamente), aquí el enemigo a combatir es la indiferencia. Y también es preciso pensar, que es el movimiento reflexivo que hace que las cosas se intensifiquen y también es generador, entre otros de conceptos. Así se recoge por el poeta Hölderlin, en su poema «Alcibíades y Sócrates», escribe Quien piensa lo más profundo, estima lo más vivo. Es decir quien piensa en lo que supone la raíz, en este caso del cuidado, estima toda la vida que encierra.
Sentido. El sentido procede del pensar, como acto generativo y es estar receptivo a lo que a uno le pueda venir. Genera sentido porque orienta las acciones de la persona. Así al enfermar todos deseamos una pronta recuperación, una vuelta a la cotidianeidad, recuperar su camino, su orientación para seguir en la vida. Pero no quita, que cuando la enfermedad se mantiene y el sujeto queda sometido al caos (en el sentido de la pérdida del cosmos armonioso que se introdujo al principio de este blog) que supone la misma, el cuidado debe ser el elemento que ayude a recuperar el sentido, a generar más vida llevando a recuperar un mundo más armonioso y pulcro, a pesar del deterioro.
Y este es el sentido ético que adquiere el cuidado, hacer bien el bien, amar para hacer presente a la persona que se atiende, que no es indiferente a nosotros. Al final el cuidado se convierte en poyésis, acción, producción, porque en definitiva quien cuida hace que el mundo sea más mundo y que la vida sea más vida.
Francisco Javier Rivas Flores