No deja de ser una proeza que los seres humanos hayamos logrado crear, en tan poco tiempo, una vacuna que previene que la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2 provoque la muerte o la enfermedad grave, y que haya disminuido considerablemente el contagio de la misma.
Una referencia interesante
La vacuna contra la poliomielitis, una de las enfermedades más contagiosas y grave que se ha conocido, se debe al trabajo de Jonas Salk y de Albert Sabin. Ninguno de los dos investigadores quiso patentar la vacuna, porque “¿acaso se puede patentar el sol?”, dijo Salk. Antes de 1955, las graves secuelas de la enfermedad para el que no fallecía, hicieron estragos. Aún vemos personas que sobrevivieron con dichas secuelas. Hoy, la polio se combate de manera sencilla.
Somos héroes
Así es la humanidad. Ante el reto de vencer la enfermedad, se pone a inventar y vuelca todos los esfuerzos en salvar y en mejorar la salud de todos. Investigación, laboratorios, políticos, profesionales de la salud… Un inmenso movimiento que reflota las posibilidades de seguir adelante con la vida.
¿Para todos?
Somos villanos
No debería ser que estemos en la tercera dosis de la vacunación frente al COVID-19 en este mundo rico, mientras tantos no tienen la primera vacuna. No debería ser que sigan muriendo de diarrea o de sarampión tantos niños lejos de nuestras fronteras. No debería ser que la esperanza de vida en algunos países no alcance los 50 años. No debería ser que las mujeres no puedan parir en buenas condiciones higiénico-sanitarias si no vives en un entorno de primera. No debería ser que los medicamentos más elementales no estén al alcance de todos, incluidas las vacunas.
No debería ser que la atención sanitaria no sea gratuita y accesible para todos.
No debería ser que… Un largo etcétera.
El apéndice de la justicia
Cada vez que se abre un debate sobre la “negación” o sobre la “estrategia invisible”, podríamos poner el “apéndice” de la justicia. O sea, menos debates fatuos y más defensa de la justicia. En esta sociedad tan compleja, los profetas están mirando al sur y hacia fuera. No hacía el mundo oculto sino a las víctimas del “no debería”.
Rosa María Belda Moreno