¿Se puede sentir nostalgia, añoranza, por algo que no se ha vivido? Seguramente no en sentido estricto. Bueno, buscaríamos otra palabra.
Lo que sí he vivido, y bastantes de vosotros quizá también, es la presencia en vivo y en directo de esta mujer difícilmente descriptible. En un concierto y sobre las tablas de un teatro. Voz irrepetible, gesto contenido en lo justo. Imagen de señora.
Amarraditos
En Amarraditos nos cuenta una historia para la añoranza, para la nostalgia, sí; para la envidia de no poder acercarse uno a ser “un señor de aquellos que vieron mis abuelos”. (Me permitís una confesión. Me vienen a la memoria tres “señores de aquellos” que he conocido, que conozco: Don José Luis, el abuelo Sixto, y mi amigo Antonio que anda por ahí escondido entre los participantes de este grupo. Y también a una señora de nombre Chelo y con 94 años plenamente activos. Como os digo de vez en cuando, son cosas mías).
La Flor de la Canela
Otra canción, no ya tradicional, sino emblemática en su voz es La Flor de la Canela. La habremos cantado todos decenas de veces. Relajadamente, sin necesidad del tercer orujillo. Pero es mejor escuchársela a ella (una lástima el público poco sincronizado y con las palmas fuera de lugar).
Y ya que estoy puesto, no es un ruego, no es una petición clandestina: solamente es escuchar un par de minutos de belleza. El tiempo que te quede libre.
No lo he dicho, quizá porque no hacía falta: es María Dolores Pradera.
Un abrazo y un beso según corresponda.
José de Lucas, escritor
(Imagen, cortesía de El Español)