Llega el verano y con él los rayos del sol intensos, pero no solo ellos deslumbran. Cada vez aturden más los brillos con los que ciertos personajes nos suelen aturdir, especialmente en redes sociales, y en la vida real también. Y no es oro todo lo que reluce, francamente.
Los nuevos gurús de YouTube, TikToc o Instagram, por citar algunos ejemplos de océanos en los que ahogarse por enredarse, proyectan una imagen de perfección y felicidad tan creíble que a mí personalmente me aburren pero a sus seguidores confunden.
Sí, porque siendo honestos, a poco que rascásemos de caerían los filtros, los retoques, los escenarios de Photoshop y saldrían a la luz las ojeras, las arrugas, el incómodo grano y algún que otro kilo. Y no pasaría nada, porque cada ser humano es maravillosamente imperfecto, único y singular vestido con su verdad.
Sin embargo, son moldes en los que otros se modelan y crean adicción, o mejor dicho, confusión. Para ellos mismos y los demás. El principio del engaño que termina por instalar la mentira, la desconfianza, el aislamiento y la inseguridad que acaba por quemar la autoestima. No es poca cosa.
No estaría mal tener unas gafas con superpoderes para detectar ellos brillos deslumbrantes que confunden y cierran la mirada. Unos anteojos con los que repeler esas personas tóxicas y que nos permitieran tomar el sol sin perder la visión y, además, beneficiarnos de sus vitaminas. La famosa D3 que también podemos encontrar en el Descanso, Disfrute y Diversidad que nos regala el verano. Unas gafas para sanar al sol, como las de La Botica de la Revista Humanizar.
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