Hace días leí una noticia, en un medio digital, que me sorprendió: “Muestra la primera tarjeta blanca en un partido de fútbol”. ¿Qué significa? Durante un partido de la liga portuguesa la arbitra sacó una tarjeta blanca. ¿A quién? Al equipo médico de ambos conjuntos. ¿Por qué? Por la asistencia médica que habían prestado a un espectador que necesitó de cuidados sanitarios.
Desconocía la existencia de este tipo de tarjetas en el fútbol. Hasta ahora se hablaba de “tarjeta amarilla” (para sancionar una falta leve en el juego), y “tarjeta roja” (cuando la falta era más grave y llevaba a la expulsión). Pero, ¿qué es la “tarjeta blanca”?
Premio al juego limpio
Leo en Internet: este tipo de tarjeta fue aprobada en 2018 por la Federación Portuguesa de Fútbol para premiar el “fair play” (juego limpio) en el fútbol, es decir, los buenos comportamientos de jugadores, equipo técnico y espectadores.
Considero que es un buen ejemplo a seguir. En la vida cotidiana estamos muy acostumbrados a “sacar tarjeta amarilla” cuando algo no nos gusta de los demás, y “tarjeta roja” cuando nos sentimos agredidos por el vecino, amigo o familiar y tomamos la decisión de apartarlo de nuestra vida.
¿Qué tarjetas llevas en tus bolsillos?
Existen personas que solamente tienen en sus bolsillos “tarjetas amarillas” o/y “tarjetas rojas”. Los primeros son los que solamente se fijan en los errores, equivocaciones, imperfecciones de los demás: “que mal te has peinado hoy”, “no me gusta tu forma de hablar a nuestro hijo”, “eres muy pesado/a”, etc. Los de la “tarjeta roja” son aquellos que insultan ante la maniobra del conductor de al lado o se cabrean ante la tardanza del autobús, por poner solamente dos ejemplos.
Pero, ¿por qué no sacar también con frecuencia una “tarjeta blanca” y reconocer la puntualidad del amigo o dar las gracias por una comida bien preparada o felicitar al hijo por su esfuerzo en los estudios, y un largo etcétera?
Aprendamos a ser agradecidos
Por una vez aprendamos del fútbol, y no solamente estemos pendiente de los fallos de los demás o de los propios, sino que aprendamos a ser agradecidos con los otros, reconocer sus logros y manifestar que nos alegramos con sus éxitos (y no solamente sufrimos con sus fracasos). Es decir, el mundo sería más saludable si hubiera más “tarjetas blancas” que “tarjetas amarillas y rojas”.
Alejandro Rocamora, psiquiatra
(Imagen, www.trescuatrotres.com, vemos a Fabio Cannavaro).