Análisis en clave humanizadora
El debate sobre la llamada Ley de Eutanasia se ha detenido en estos últimos meses, pero no podemos pensar que el tema ya ha quedado zanjado, es probable que se retome en el próximo curso parlamentario, por ello no está de más analizar el documento que la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española, hizo público el pasado mes de diciembre bajo el título Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida.
Es un documento elaborado en base a preguntas y respuestas que trata todos los aspectos que son relevantes para la deliberación sobre el tema. Ha sido elaborado tanto por teólogos como por sanitarios dedicados a los cuidados paliativos y juristas.
En varios blog voy a hacer un análisis del documento que ayude a la comprensión y reflexión.
Acoger, proteger y acompañar al final de la vida
El documento consta de una introducción, 7 capítulos y un epílogo.
En la introducción se indica la consideración de la persona como sagrada, y por tanto el acercamiento a la misma debe partir de esa consideración. Aspecto de sacralidad que es más relevante en el caso de la persona enferma y sobre todo cuando está en la fase final de la enfermedad. Por ello todos los que se acercan y entran en la vida de las personas deben considerar que se introducen en algo sagrado. Cuestión de especial relevancia para los sanitarios, que pueden tener el riesgo de “cosificar” al enfermo, al entenderlo más como materia de estudio, de caso clínico, que como un ser necesitado de cuidado y atención.
Desde el documento, según se indica en la introducción, se pretende acompañar a las personas en situación de enfermedad terminal, reconfortar y llenar de esperanza esa última de la vida. Como indica el documento “Quien sufre y se encuentra ante el final de esta vida necesita ser acompañado, protegido y ayudado a responder a las cuestiones fundamentales de la existencia, abordar con esperanza su situación, recibir los cuidados con competencia técnica y calidad humana, ser acompañado por su familia y seres queridos y recibir consuelo espiritual y la ayuda de Dios, fuente de amor y misericordia.”
Es importante reseñar que el documento presenta estas cuestiones de una manera sencilla, pero no exenta de profundidad teológica y asistencial.
El documento hace referencia a la Declaración conjunta de las religiones monoteístas abrahámicas sobre las cuestiones del final de la vida que afirma de manera expeditiva lo que significa la atención al final de la vida, de manera que “…El cuidado holístico y respetuoso de la persona debe reconocer como un objetivo fundamental la dimensión específicamente humana, espiritual y religiosa de la muerte. Este enfoque de la muerte requiere compasión, empatía y profesionalidad por parte de todas las personas involucradas en el cuidado del paciente moribundo, especialmente de los trabajadores de la salud responsables del bienestar psicosocial y emocional del paciente.
Hace referencia de manera especial al tratamiento personalizado a los pacientes, que el P. Francisco resaltó en 2019, desde la consideración de su singularidad, fragilidad y con la perspectiva básica de la dignidad personal, de manera que justifica el rechazo a la eutanasia o suicidio asistido, entendiéndolo, en parte como una política de descarte para los más vulnerables.
Recoge, por otro lado, la declaración de la Asociación Médica Mundial (AMM), en la que expone que ningún médico “debe ser obligado a participar en eutanasia o suicidio con ayuda médica, ni tampoco debe ser obligado a derivar un paciente con este objetivo.”
Es destacable que marca el termómetro ético de una sociedad, de manera que considera que la calidad ética viene dada por “El modo de tratar a las personas en situación de vulnerabilidad, el modo de acoger y sostener a los debilitados, ancianos y enfermos, la manera de abordar los momentos últimos de nuestra vida terrenal.”
También desde el documento se entiende que los temas de eutanasia y suicidio asistido son temas profundamente humanos que sobrepasan el plano religioso puesto que se enmarcan en el plano ontológico del ser humano, y que, desde esta perspectiva se profundiza en el tema como veremos en las próximas entregas.
Francisco Javier Rivas Flores
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