El caso de flagrante bullying, violencia y acoso escolar, sufrido por un alumno de la ESO con parálisis cerebral, en el instituto Torres Quevedo de Santander, no nos dejó indiferentes. Al hecho del acoso y la violencia por parte de cuatro compañeros, se une la burla a un joven con diversidad funcional, así como la grabación y divulgación en redes de unos vídeos privados y a todas luces aberrantes. ¿Tenemos conciencia del delito?
UN HECHO DENIGRANTE
Cuatro menores golpean brutalmente a un compañero de 16 años, que no puede defenderse en su silla de ruedas. Carmen, la medra lo descubre en el móvil del hijo. La familia decide denunciarlo, y la Fiscalía de Cantabria activa el protocolo de acoso. Se ordena el alejamiento de los agresores –cuando no la expulsión del centro–. Por una vez la justicia actúa con celeridad. Sin embargo, las heridas más que físicas morales quedarán por años, si no toda una vida.
“Sigo viendo el vídeo para seguir luchando”, declaraba Carmen. Diferentes medios, prensa, radio, redes, televisión, se hacían eco del abuso al menor de Cantabria. Y la solidaridad, tanto entre compañeros de instituto, personas con discapacidad u otros variados colectivos, renace a flor de piel. Así Inazio Nieva, joven también con parálisis cerebral de Bilbao, que denuncia la frecuencia del acoso escolar, especialmente en alumnos con PCI (parálisis cerebral infantil, de nacimiento o adquirida en los primeros meses o años de vida).
Si revisamos la legislación actual, según la Ley Orgánica 5/2000, de 12 enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores, ante la comisión de un delito o el atentado contra los bienes personales o jurídicos de la víctima, se podrá adoptar ciertas medidas cautelares, entre ellas la “prohibición de aproximarse o comunicarse con la víctima o con aquellos de sus familiares u otras personas que determine el Juez, o convivencia con otra persona, familia o grupo educativo” (art. 28, 1).
Por su parte, la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (Nueva York, 13 de diciembre de 2006), tras apostar en su artículo 7 por la protección y seguridad de todas las y los niños, incide en el 24: “Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a la educación. Con miras a hacer efectivo este derecho sin discriminación y sobre la base de la igualdad de oportunidades, los Estados Partes asegurarán un sistema de educación inclusivo a todos los niveles así como la enseñanza a lo largo de la vida”.
Por último, el actual Código Penal español dicta que quien transgreda los derechos de imagen ajenos “para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento” podrá ser condenado a “penas de prisión de uno a cuatro años y multa de 12 a 24 meses” (art. 197). Mientras la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen pena “la utilización del nombre, de la voz o de la imagen de una persona para fines publicitarios, comerciales o de naturaleza análoga” (art. 7, 6).
CASUÍSTICA Y PERSONAS
La parálisis cerebral infantil, pese a su apariencia y a ir acompañada de diferentes trastornos, no es una enfermedad en sí misma, sino el resultado de una lesión. Los niños y adolescentes que la presentan, en muchos casos, pueden llegar a participar de la escuela, la sociedad y una vida totalmente inclusiva, con mucha más facilidad que un pequeño que padezca cualquier tipo de patología, por invisible que sea.
La doctora María José Mas Salguero, neuropediatra (en la foto), describe en su blog, Neuronas en crecimiento, diversas alteraciones del cerebro: Parálisis cerebral infantil, epilepsia, discapacidad cognitiva, trastorno del espectro autista, hiperactividad… Así como las claves y clasificaciones de la PCI.
“Engloba un grupo de trastornos crónicos que producen una lesión permanente en el cerebro durante su desarrollo. La lesión es puntual, sucede una vez y no se repite, pero las consecuencias son para siempre. Se ve afectada la motricidad, alterando la postura y los movimientos, y puede dañar la visión, la audición, el lenguaje y la inteligencia.
”En cuanto al tono muscular, podemos distinguir la PCI espástica –con rigidez muscular–, la discinética –movimientos repetitivos e incoordinados– y la atáxica –alteración del equilibrio y de la coordinación–. En cuanto a la extensión de la lesión, determinará los miembros afectados: diplejia espástica –dificultad para la movilidad de las piernas–, hemiplejia –movilidad de un solo lado del cuerpo– y tetraparesia –todas las extremidades afectadas–“.
Las niñas y niños con parálisis cerebral deben afrontar un nuevo reto al llegar a su adolescencia. Menor participación en actividades junto a compañeros sin problemas, sus cambios físicos y neurológicos son más difíciles. Emociones y hormonas juegan en estos jóvenes un papel especial. Fisioterapia, deportes adaptados y medicación, son fundamentales para retardar el deterioro osteo-articular. La rigidez y la falta de control de movimientos pueden dificultar la relación con el otro y los otros. La inclusión social es otro elemento clave –actividades culturales, sociales y deportivas–, así como la percepción que la sociedad tiene de estos chicos. Por último, el poder lograr la mayor autonomía posible y la propia toma de decisiones de cara a la edad adulta, comenzando por la colaboración en las tareas domésticas del hogar. La sobreprotección siempre fue perjudicial, en todos los sentidos.
Normalizar es el mejor verbo que podemos conjugar, en la parálisis cerebral o en cualquier otra discapacidad infantil o de adultos. Ahí no cabe el mal trato, la burla ni el abuso.
EN PROPIA CARNE
Decir que hasta los 8 años me daban casi todo triturado sería normal, por mis problemas de masticación y deglución; si no hubiera coincidido con el nacimiento de mi hermano. Parálisis cerebral infantil, por sufrimiento perinatal, agravada con el sarampión a los 5 años. Una infancia a todas luces sobreprotegida, y según se mire solitaria.
Cuando la asociación Auxilia irrumpió en mi vida, mis padres ya me habían enseñado las primeras letras y los primeros cursos de EGB. Certificado de Estudios Primarios, Graduado Escolar, Bachillerato a Distancia, inclusión en el grupo juvenil de la parroquia, Filosofía y Letras presencial… Aun así, mi querido profesor de Latín: “Señorita, usted vendrá de oyente, ¿verdad?”
De tímida a enamoradiza, y a partir de ahí mil y una anécdotas, como las narraciones de Sherezade para sobrevivir. Llamo a Información telefónica: “¡Menuda la lleva! Ande, váyase a dormirla”. Pido me timbren el botón de casa, me dan una moneda. Pregunto por la dirección concreta de una calle, y el joven tarado me acompaña a la farmacia, para que llamen y venga a buscarme mi papá. De muestra bastan tres botones.
Luchas contra ti misma y contra corriente por vencer el terror a hablar en público, para ser considerada una más, para ir de tiendas, de fiesta, de viaje… y lograr un lugar accesible en el teatro. Al final, una más en la sociedad y en la familia, los sobrinos te adoran, y has logrado una vida en pareja en plenitud. Se te ha ido la vida en el intento y te sientes feliz.
Yo, ciudadana del mundo con parálisis cerebral.
Pilar Martínez Barca, escritora y activista del mundo de la diversidad funcional
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