Ayudar. Es la palabra que más repite Jordi Ferré (Barcelona, 1968). Este funcionario e intérprete de lengua de signos residente desde 1998 en el distrito madrileño de Carabanchel ha sido elegido el vecino más solidario de España por la red social Nextdoor, una app para poner en contacto a gente de una misma zona. Motivos no le faltan. Hace año y medio se propuso echar una mano a personas migrantes en busca de trabajo. Hoy gestiona cinco grupos de WhatsApp que reúnen a más de 2000 personas, la mayoría de Latinoamérica, a las que ayuda y asesora con todo tipo de temas. Lo suyo, dice, es filantropía.
“Desde siempre me ha gustado ayudar a todo el mundo. Es algo innato en mí. Si puedo ayudar, ayudo y me gustaría que todos lo hicieran”, cuenta Ferré desde un restaurante colombiano de su barrio adoptivo. Su teléfono no deja de sonar y recibir mensajes. La mayoría son de personas haciéndole alguna consulta o pidiéndole añadir a algún conocido a alguno de los grupos de WhatsApp que Jordi y sus colaboradores administran. Pero estos días también se cuelan llamadas de algún periodista interesado en su historia.
Esa fama momentánea le importa poco. No siente que esté haciendo algo extraordinario, solo reuniendo y poniendo en contacto a gente que busca un futuro mejor y que puede ayudarse entre sí. “A mí lo que me interesa es que todos nos involucremos en resolver los problemas de los demás. Cuanta más gente lo haga, más bondad habrá en el mundo”, afirma convencido de que la estrategia a seguir es dar la caña en lugar del pez, enseñar a buscar empleo en vez de darlo todo hecho.
Una comunidad de más de 2000 personas
Todo comenzó en junio de 2022. Ferré conoció a un chico colombiano que ayudaba a compatriotas por WhatsApp y eso le dio la idea de hacer algo similar, pero abierto a cualquier nacionalidad. Empezó con un grupo pensado para personas en situación administrativa irregular, las que más difícil lo tienen para encontrar empleo. En él comparte ofertas de trabajo en Madrid que no mencionan nada de permiso de trabajo, contrato laboral, seguridad social, empleo autónomo o carné de conducir. Las palabras prohibidas. Cuando el grupo alcanzó el límite de 1024 miembros permitido por la plataforma, se creó un segundo, que ya va por los 100.
En paralelo surgieron dos grupos más. Uno con ofertas en Madrid, pero esta vez para personas que sí cuentan con permiso de trabajo o incluso tienen nacionalidad española (250 miembros) y otro con ofertas en Barcelona (110 miembros). El quinto, con 576 miembros, es el llamado grupo alternativo, una especie de cajón de sastre donde caben todo tipo de cuestiones relacionadas con el traslado a España como asilo, alquiler, empadronamiento, tarjeta sanitaria, carné de conducir o dudas legales. Aquí todo el mundo puede intervenir. En los demás, para evitar demasiados mensajes, solo pueden hacerlo los administradores.
“Aunque no encuentren trabajo, estar en el grupo les da tranquilidad y les motiva a seguir”, destaca Ferré. Hay gente que incluso teniendo ya empleo se queda en el grupo para asesorar al resto. Es esta idea de ‘como a mí me han ayudado, ahora yo voy a ayudar a los demás’ o como a él le gusta llamarlo: “una cadena de favores”.
Jordi y otros voluntarios publican al día entre 20 y 30 ofertas de trabajo de todos los sectores. Lo hacen en su tiempo libre. El barcelonés dedica de tres a cuatro horas diarias de lunes a viernes y algunas más los fines de semana. Se mete a diario en un centenar de portales de búsqueda de empleo, hace una selección de las ofertas que encuentra y las comparte en los distintos grupos. Pero su labor no acaba aquí. También contesta mensajes, responde dudas y ayuda en todo lo que puede.
“No voy a dejar de ayudar”
El boca a boca y la misma plataforma Nextdoor han hecho que la comunidad creada por Ferré haya crecido como la espuma, pero el barcelonés tiene claro que es importante saber quiénes forman parte. Por eso, para entrar en el grupo no basta con pulsar el típico enlace de ingreso a un grupo de WhatsApp o enviar sin más el número de teléfono a algún administrador. Es necesario aportar previamente algunos datos como nombre y apellidos, país de origen y profesión, lo mínimo para que Ferré pueda hacerse una idea de a quién está añadiendo. «Yo no meto números, yo meto personas”, señala.
Con esa idea en mente, una vez al mes también organiza una quedada en el Parque Emperatriz María de Austria de Carabanchel. El objetivo es que la gente se conozca en persona y se eche una mano con la búsqueda. Los asistentes, que suelen estar entre las 20 y 40 personas por encuentro, se ponen en círculo y van diciendo su nombre, su país de origen y qué se les da bien hacer. Así, si alguien sabe de algún puesto les puede decir a los demás y que la cosa quede en familia.
El agradecimiento de la gente y el haber aprendido tanto de migración es, para Ferré, lo mejor que le han dado los grupos. “Cuando empecé no tenía ni idea de temas de migración, comencé de cero. Ahora he aprendido mucho”, confiesa. ¿Lo negativo? “Ver que hay gente que ni te da las gracias y algunas malas experiencias”, aunque eso, dice, no le va a hacer desistir nunca. “Por muchas experiencias desagradables que sufra no voy a dejar de ayudar”, asegura.
Y para seguir haciéndolo, tiene previsto lanzar en las próximas semanas una ONG dedicada no solo a ayudar a buscar trabajo, sino también al reparto de alimentos y ropa a todo aquel que lo necesite, sin importar nacionalidad. Incluso, en un futuro, se plantea poder montar un albergue para inmigrantes. El proyecto, que llevará por nombre Coordinadora de ayuda y bienestar social, no será la primera ONG puesta en marcha por Ferré, que en 2016 creó la Red Iberoamericana para el Desarrollo Educativo y Tecnológico de personas Sordas y Sordociegas (Ridets). Las ganas de ayudar de este vecino no acaban nunca.
Por Laura Sanz-Cruzado, periodista
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