Según cuenta la historia estando Cristóbal Colón a la mesa con muchos nobles españoles, uno de ellos le dijo: “Pienso que, si vuestra merced no hubiera encontrado la Indias, no nos habría faltado una persona que hubiese emprendido una aventura similar a la suya, aquí, en España que es tierra pródiga en grandes hombres muy entendidos en cosmografía y literatura”. Colón no respondió a estas palabras, pero, habiendo solicitado que le trajeran un huevo, lo colocó sobre la mesa y dijo: “Señores, apuesto con cualquiera de ustedes a que no serán capaces de poner este huevo de pie como yo lo haré, desnudo y sin ayuda ninguna”. Todos lo intentaron sin éxito y cuando el huevo volvió a Colón éste golpeando contra la mesa, colocándole sutilmente lo dejó de pie. Todos los presentes quedaron confundidos y entendieron lo que quería decirles: después de hecha la hazaña, cualquiera sabe como hacerla”.
“El huevo de Colón” es definido por la RAE como una “cosa que aparenta tener mucha dificultad, pero resulta ser fácil al conocer la solución”.
Este relato me sugiere que antes las dificultades de la vida (como los nobles españoles) unos pueden decir y sentir que es imposible cualquier solución, otros retirarse y una tercera opción, que es la buena, es intentarlo abriendo nuevas alternativas. A veces la solución no está en repetir y repetir las conductas aprendidas (fue lo que les ocurrió a los nobles españoles ante el huevo) sino explorar nuevas alternativas, aunque para ello tengamos que modificar nuestras rígidas concepciones de la vida. Es lo que algún autor ha llamado “el pensamiento divergente” que favorece la creatividad. En todo caso, siempre podemos contar con la sabiduría y el coraje de los más próximos y pedir ayuda. Los envidiosos son los que no reconocen el valor del que ha dado una solución inesperada, pero acertada, a un problema familiar, laboral o personal.
En la vida cotidiana también nos puede ocurrir que nos paralizamos o nos angustiamos ante situaciones que fantaseamos como muy difíciles: hablar en público, iniciar unos estudios, comenzar una relación, desempeñar un trabajo, superar una enfermedad grave o una muerte de un familiar, etc. todas ellas nos pueden parecer imposible, pero el propio recurrir de la vida nos va enseñando a colocar “nuestro huevo de Colón”. En todo caso, siempre tenemos “a los expertos” (padres, amigos, terapeutas, etc.) que nos pueden ayudar a solucionar el problema. De esta manera algo que parecía complejo o difícil resulta ser simple y sencillo, como “el huevo de Colón”.
Por Alejandro Rocamora Bonilla, psiquiatra
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