En el “corre-corre” diario, se me (nos) pasan los días, semanas y años. Sí, sí. Tal cual.
Y resulta que eso que oíamos a nuestros mayores decir –y nos resultaba cansino, por repetitivo y desconocido-, ahora lo decimos en voz alta… ¡Y sin haber cumplido esos años! (Aquí puedes poner los ejemplos que te vengan a la cabeza de tu propia biografía y reírte o torcer la boca un buen rato). ¡Jajaja!
Hoy quiero invitarte a buscar o al menos poner intención, en promover y disfrutar de esos ratines que cada día nos pueden servir de bálsamo, de cojín fresquito en el que apoyarse, de abanico inesperado que nos remueve los pelos y el corazón.
Ese brillo en los ojos
Esta mañana, lo que iba a ser un encuentro laboral con un compañero, rico en años y experiencia de vida, se transformó en un “cachito de cielo”. Poco o nada tenía que ver la conversación que fue dibujándose, con lo que venía a solicitar… Pero al finalizar ese rato, ambos habíamos recorrido juntos un tiempo y un espacio de anécdotas.
Le brillaban los ojos, su expresión había cambiado. Le salía por los poros su esencia, esa que nos hace a cada uno, genuinos e irrepetibles. Y todo porque había brincado a sus tiempos de chico y joven, con varias escenas que colorearon su carácter y talante posterior en su vida.
Instantes de la vida ante ti
Te traigo esta cariñosa invitación:
Dentro de la “marabunta” que nos puede arrastrar… Busca ese ratito, ese recuerdo, ese detalle…
Y compártelo, o recíbelo del otro, degústalo incluso “para tus adentros” cuando vayas por la calle, en el metro, observando tantos y tantos instantes que dibuja la vida ante ti.
Momentos «de tembleque»
Fíjate, yo atesoro dos recuerdos de mi infancia que me ponen en el pecho un “tembleque” de alegría y nerviosismo inocente. Uno, cada vez que contemplaba fuegos artificiales, con ese estallido coloreado estelar que nunca me cansaba. Otro, la noche de Reyes. Esa magia, esa esperanza que trasciende lo material, te lo aseguro. Esa fe… Esas “chiribitas” internas se repiten poco, si no se promueven.
Pues intento, con mi propia ilusión y apertura, que dentro de la “rueda de hámster” en la que humanamente corremos y caemos bien cargados, buscar, regar y disfrutar de más momentos “de tembleque”.
¿Te apetece?
Saborea esos “cachitos de cielo” al alcance de tu mano.
Diana Sánchez, periodista
(Imagen, Pixabay)