(Fotografía, cortesía de Eduardo Parra, vía Getty Images).
Hace unos días Luis García Montero, viudo de Almudena Grandes, concedió una entrevista al diario El País. En esta entrevista refiere como fue su último año que compartió con Almudena, expresando de manera contundente, que “los últimos días cuidando de Almudena han sido los más felices de mi vida.”
En la entrevista Luis se declara no creyente, pero su manifestación me recuerda algo que los cristianos hemos oído muchas veces: “hay más felicidad en dar que en recibir”, se gana más dando que recibiendo.
Vistas las manifestaciones del poeta, considero que esta es una cuestión universal, de antropología básica y que no está ligada a creencias sino a la propia experiencia del ser humano.
Cuidado radical
Siendo esta expresión universal y radical (la que echa raíces, la que funda y alimenta) la vida de las personas cuesta trabajo entender que esta actitud de dar al otro no sea la actitud básica del ser humano y siga predominando el egoísmo.
Cuando nos damos a otra persona estamos sacando lo mejor de que tenemos. Salimos de nosotros para centrarnos en el otro.
Y en el cuidado es donde se expresa de manera más excelsa, porque cuidar nos pone ante la vulnerabilidad y fragilidad de la otra persona, y nos lleva a ofrecernos como medio para poder restablecer o aliviar las necesidades de la persona cuidada.
Los antropólogos que estudian las culturas más primitivas nos enseñan que el primer acto que caracteriza a la especie Homo y la separa de las otras especies animales, es precisamente el cuidado, como se demuestra en muchos enterramientos y tumbas prehistóricas.
El cuidado actividad cósmica
En el cuidado no podemos olvidar el cosmos en el que se desarrolla. Cosmos entendido como equilibrio, frente al caos que supone ruptura. Por eso entendemos las palabras de García Montero. Cuidar nos devuelve al mundo de la armonía, del equilibrio y nos lleva a conocer nuestra realidad humana. Por ello el cuidado, que conlleva armonía nos lleva a la felicidad, es decir a la autorealización personal, a través de la persona a la que cuidamos, y, probablemente, en esto consista la felicidad personal.
Francisco Javier Rivas Flores