«Mi viaje empezó en un bote. Pasé un año en un campo de refugiados y de alguna forma acabé aquí, en el mayor escenario de Hollywood». Ke Huy Quan (Saigón, actual Ciudad Ho Chi Minh, 1971) no quiso olvidarse de su periplo como desplazado y refugiado durante el discurso que dio el pasado 12 de marzo al ganar el Óscar a mejor actor de reparto por su papel en Todo a la vez en todas partes (Daniel Kwan y Daniel Scheinert, 2022), el filme que arrasó en la última edición de los premios con siete galardones, incluido el de mejor película.
Quan, que saltó a la fama de chaval dando vida a Tapón en Indiana Jones y el templo maldito (Steven Spielberg, 1984) y a Data en Los Goonies (Richard Donner, 1985), es un ejemplo de lo que las personas refugiadas y desplazadas por la fuerza —más de 100 millones en todo el mundo, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR)— pueden lograr cuando se les da una oportunidad. Y también lo es de resurrección artística tras varias décadas alejado de la interpretación. «Mi madre tiene 84 años y está viendo esta gala de los Óscar. Mamá, he ganado», dijo entre lágrimas al recoger la estatuilla. En la vida y en el cine Ke Huy Quan no se rindió.
El intérprete pasó de estrella infantil en los ochenta a retirarse de la actuación en los noventa harto de que no le llegaran personajes atractivos debido a sus rasgos asiáticos. Pese a ello, nunca abandonó el cine. Reenfocó su carrera y comenzó a trabajar como ayudante de dirección y coordinador de secuencias de acción hasta que en 2018 le llegó el guion que lo cambió todo: le hizo volver a ponerse delante de las cámaras, reflotó su carrera actoral [ha estrenado ya Ohana: El tesoro de Hawái (Jude Weng, 2021) y tiene pendiente The Electric State (Anthony Russo y Joe Russo)] y le ha acabado dando no solo el Óscar, sino también el Globo de Oro a mejor actor de reparto. Actuar nunca le pasó por la cabeza, reconoce, pero una vez que empezó, era lo único que quería. No pudo durante años. Ahora ha vuelto por todo lo alto.
Saigón, Hong Kong, Hollywood
Nacido en 1971 en la antigua Saigón, la capital de Vietnam del Sur, Quan es el séptimo de nueve hermanos. Su familia, de origen chino, intentó en dos ocasiones huir de la ciudad tras el fin de la guerra de Vietnam el 30 de abril de 1975. No lo consiguieron hasta 1978, cuando Ke Huy tenía siete años. La madre y tres de los hermanos pudieron escapar a Malasia. El padre y el resto de niños, incluido Ke Huy, a Hong Kong, donde permanecieron más de un mes en el barco antes de poder desembarcar en un campo para 3.000 refugiados. Pasaron un año allí. «Yo era muy joven. No entendía por qué renunciábamos a nuestro hogar para subirnos a un barco en mitad de la noche con 3.000 personas», recuerda el actor en una entrevista para Vanity Fair el pasado diciembre.
En 1979 obtuvieron asilo en Estados Unidos y la familia entera se reagrupó en el barrio chino de Los Ángeles. Una señal, quizá, del futuro cinematográfico que esperaba al pequeño Ke Huy. El chaval tenía doce años cuando un director de reparto se presentó en su colegio para realizar un casting. Buscaban a un niño de rasgos asiáticos que hiciera de Tapón en Indiana Jones y el templo maldito, la segunda entrega de la saga del arqueólogo aventurero encarnado por Harrison Ford. El elegido fue uno de los hermanos pequeños de Quan, pero en uno de esos giros del destino tan habituales en este tipo de historias, el niño resultó ser demasiado joven para un rodaje y el papel pasó a Ke Huy. Lo curioso es que por aquel entonces no había visto ni una sola película estadounidense: «Cuando llegamos a Estados Unidos, estábamos muy endeudados, así que no podíamos permitirnos el lujo de ir al cine», cuenta.
Indiana Jones y el templo maldito fue un éxito rotundo (solo en Estados Unidos recaudó 333 millones de dólares) y Steven Spielberg no dudó en llamarle para otro de sus proyectos: Los Goonies, otro clásico del cine de aventuras ochentero que el cineasta coprodujo a partir de una de sus historias. Era 1985, Ke Huy tenía catorce años y dos taquillazos de Hollywood a sus espaldas. Todo apuntaba a que le lloverían los trabajos y podría seguir con la interpretación terminado el instituto, pero no fue así y en realidad se encontró con que por ser asiático solo le ofrecían papeles menores llenos de tópicos y estereotipos: “Pensé que el camino sería fácil, pero vaya si me equivoqué».
“En mi juventud pensé que no me llegaban buenos guiones, porque era mal actor o demasiado bajo. Me culpaba a mí mismo, nunca me planteé la discriminación racial, algo que descubrí más tarde. Y estuve dos años dudando en dejarlo o no, hasta que un día me vi en unas pruebas con otros 30 actores asiáticos luchando por un personaje sin nombre con dos líneas de guion, unas migajas. Sentí que no había futuro para mí ahí”, confesaba el pasado diciembre en una entrevista con la agencia AP.
“Dicen que estas historias solo ocurren en las películas”
Cansado por la falta de oportunidades, Quan decidió cambiar de lado. Aunque todavía hizo algunos papeles en varias películas y series estadounidenses y asiáticas —la más destacada, El hombre de California (Les Mayfield, 1992)—, en 1999 se graduó en Cine en la Universidad del Sur de California (USC) y pasó a trabajar como coordinador de especialistas y ayudante de dirección en filmes como 2046 (2004), del director chino Wong Kar-Wai, X-Men (Bryan Singer, 2000) o El único (James Wong, 2001). El hecho de hablar cuatro idiomas (inglés, mandarín, cantonés y vietnamita) le facilitó las cosas.
En esas estaba hasta que en 2018 ve la comedia romántica Locamente millonarios (Jon M. Chu, 2018), la primera película de Hollywood con un reparto mayoritariamente asiático desde la noventera El club de la buena estrella (Wayne Wang, 1993). El gusanillo de la actuación sigue ahí y quiere volver a intentarlo. Le pide a su abogado y representante —el también exactor infantil de Los Goonies Jeff Cohen— que empiece a moverse cuando casualmente le llega un guion sobre una mujer china dueña de una lavandería en quiebra de una ciudad cualquiera de California (la también ganadora Michelle Yeoh, Óscar a mejor actriz) que debe adentrarse en el multiverso para salvar al mundo de una amenaza fatal.
El filme es Todo a la vez en todas partes y el personaje del marido de Yeoh es perfecto para él, pero aún se siente inseguro volviendo a interpretar y prefiere mantenerlo medio en secreto. “No le dije a muchos miembros de mi familia que había vuelto a actuar. ¿Y si me despedían del rodaje? ¿Y si hacía una mierda de trabajo o la película era floja? A la mayor parte se lo conté llamándoles el día antes de que lanzaran el tráiler”, comentaba. Poco se imaginaba que casi tres años después de su rodaje —el parón mundial por la covid-19 retrasó su llegada a salas—, el Óscar le esperaba de igual manera que Hollywood lo hizo cuando llegó desde el campo de refugiados hongkonés que no pudo olvidar en su discurso. “Dicen que estas historias solo ocurren en las películas. ¡Este es el sueño americano!”, dijo al recoger el Óscar. El suyo, desde luego, lo es.
Laura Sanz-Cruzado @laura__ese, periodista
(Imagen, AGBO/LEY LINE ENTERTAINMENT/ALBUM)