En estos días he estado releyendo el libro «El árbol de la ciencia» de Pio Baroja, publicado en 1911. Es una novela, en parte, autobiográfica en la que se narra cómo era la formación de los médicos y el ejercicio de la medicina, en aquella época, tan alejado de nuestra manera de aprender y hacer la medicina hoy. Pero no me voy a detener en estas diferencias sino en otra cuestión, que casi de pasada, se cuela en el texto.
En un momento de la novela se establece un diálogo sobre la filosofía, las escuelas filosóficas imperantes y el compromiso que supone de cara a la sociedad. En este debate entre el protagonista Andrés Hurtado y su mentor, Iturráiz se mencionan las ideas fuerza. Este concepto fue propuesto por el filósofo francés Alfred Jules Émile Fouillée, de la corriente Positivista espiritualista. En su diccionario de Filosofía Ferrater Mora, expone que son aquellas “que integran en unidad indisoluble los elementos aparentemente antagónicos de la actividad y de la pasividad, de la acción y de la inteligencia, de la libertad y del determinismo”.
Por lo general se expresan como la esencia de un mensaje, con fuerza y expresividad suficiente para ser entendido por la mayoría de las personas y que sintetiza una idea que mueve a la acción.
«Remangarse, enfangarse para poner el corazón en las manos»
Y lo traigo a colación en un momento en el que se promueve la cultura líquida, que todo fluye, sin, caso control. Y por eso es imprescindible reivindicar las ideas fuerza a las que en el mundo sanitario no podemos renunciar:
Humanizar, me parece la primera idea fuerza a considerar. Humanizar nos lleva a la reflexión sobre lo que es humano, lo que humaniza, especialmente significativo en un mundo altamente tecnificado donde muchas de las acciones pueden ser desempeñadas por máquinas. Pero también nos lleva a la acción. Humanizar supone remangarse, enfangarse para poner el corazón en las manos. Humanizar es tratar a la otra persona, sobre todo a la menesterosa y vulnerable con misericordia, con el corazón y con los conocimientos para que la persona a la que cuidamos viva ese momento único de relación como lo más importante por nuestra dedicación.
Ofrecer todo nuestro ser
Compasión, es otra idea fuerza que debemos reivindicar en estos tiempos convulsos. La compasión no es sentir pena o lastima por la otra persona, es vivir conjuntamente la pasión del encuentro y por el encuentro, es ofrecer todo nuestro ser que incluye la afectividad, los conocimientos, la escucha, etc, al servicio de la otra persona para que contribuyamos a su personal realización.
Este año que estamos atravesando nos abre la oportunidad llevar estas ideas fuerza a la práctica en nuestro mundo sanitario.
Francisco Javier Rivas Flores