Sigo con las propuestas de ideas-fuerza como propósitos para este año que estamos atravesando casi por su ecuador:
Dignidad.
Desde la formulación de E. Kant es la piedra angular sobre la construye el edificio de la humanidad y del cuidado.
Dignidad tiene una formulación teórica que viene del reconocimiento del ser humano como un fin en sí mismo, es decir que no puede ser utilizado por otros como mero objeto. Pero también es cierto que el propio ser humano sirve como medio para llevar a cabo determinadas acciones, entre otras la labor de cuidado.
Siguiendo con la definición de idea fuerza de Ferrater que se vio en la entrega anterior, no falta identificar la realización, la praxis de lo que supone el respeto por la dignidad de la otra persona.
Respetar al otro
En la práctica supone respetar al otro aunque no se compartan las mismas ideas, ni la misma visión del mundo, o precisamente por ello, es más perentorio este respeto. Debemos argumentar y no imponer, debemos considerar la validez de sus argumentos cuando están fundamentados y bien argumentados, con los que podemos discrepar desde nuestro argumentario. El respeto por la dignidad precisa del diálogo entre los distintos interlocutores como bien nos enseñaron Jürgen Habermas y Adela Cortina, todos son (somos) interlocutores y cada uno aporta desde su perspectiva, porque en definitiva se trata de exponer los conceptos de vida buena que cada uno considera como su realización personal.
Cuidado.
Esa mano cálida
Esta idea-fuerza es especialmente significativa y absolutamente necesaria en este mundo. Hemos asistido con perplejidad a formulaciones de cuidado en los momentos más crueles de la pandemia por COVID, pero estas formulaciones en pocos casos se traducían en acciones concretas.
Esta falta, efectiva, de cuidado ha generado una gran desconfianza en el ser humano, porque cuando más necesario es, menos se ha promovido. Los centros residenciales han tenido que hacer un esfuerzo ímprobo por llevar a cabo las labores de cuidado con calidad y calidez, sin abandonar a las personas y aunque algunas despedidas han sido especialmente crueles, se ha notado la mano cálida que transmitía cariño y amor de unos familiares que no podían estar físicamente presentes.
El sistema sanitario proporciona medios de diagnóstico (conocemos el nombre de la mayoría de las enfermedades), medios terapéuticos (somos capaces de tratar muchísimas dolencias que hace unos años), pero sigue faltando, de manera real, el acompañamiento, como recogía el celebre aforismo médico Curar a veces, aliviar frecuente, confortar (cuidar) siempre. Esta práctica que es la más inmediata, exige un cambio de actitud para llevarlo a la práctica.
Francisco Javier Rivas Flores