El médico me dice que haga “pilates”, que así mejoraré. No tengo dinero para eso, imposible. Además, me ha derivado a salud mental. Creo que porque me he puesto a llorar en la consulta. No puedo más con el dolor y me siento sobrepasada por la casa, los niños y el trabajo. Lo cierto es que no puedo con todo, pero tengo que poder. Además, llevo varios meses con desarreglos menstruales. Pero la consulta del ginecólogo es solo para casos graves. No me siento bien. A veces me duele el pecho. Me dicen que es ansiedad, pero mi amiga, de mi misma edad, acaba de tener un infarto…
Este testimonio inacabado me da pie a repensar qué está pasando con las mujeres en las consultas médicas. ¿Cómo estamos contemplando su salud? ¿Cómo la estamos atendiendo?
SALUD Y ROL
La salud holística hace referencia a una concepción de la salud integral que tiene en cuenta las diferentes dimensiones de la persona. No somos solo cuerpo, ya sabemos. En las mujeres, así como en otros colectivos que sufren cualquier tipo de discriminación, hay una mayor carga provocada por su papel (rol) social. En los núcleos familiares, las mujeres soportan un peso mayor en lo que se refiere al cuidado, especialmente en los países donde la desigualdad impide que las mujeres dispongan de tiempo para la educación, la participación, el desarrollo personal.
Esta situación repercute en la salud. La salud materna es tenida mucho más en cuenta que la salud en las mujeres mayores, una vez cumplida su tarea reproductiva.
DIAGNÓSTICOS ERRÓNEOS
La segunda cuestión a tener en cuenta es que podemos diagnosticar erróneamente, o pasar por alto patologías cardiacas o respiratorias, por ejemplo, debido a que es más fácil, si eres mujer, que los síntomas se consideren de carácter psicológico y se enfoquen desde otro punto de vista.
Ocurre también, que la presión a la que se sienten sometidas las mujeres, no digamos si además son víctimas de la violencia, repercute en la salud. El cuerpo empieza a hablar cuando está al límite lo afectivo, lo existencial. Enfermedades como la fibromialgia o la fatiga crónica, son mucho más frecuentes (¿exclusivas?) en las mujeres.
ETAPAS DE LA VIDA Y CUIDADO DE LA SALUD
La tercera consideración consiste en que diferentes etapas de la vida merecen un diferente abordaje de la salud. Sin embargo, en las mujeres, donde estas etapas están especialmente marcadas por hitos biológicos, no se está realizando un planteamiento específico. Es el caso de la menopausia. Los tratamientos hormonales han quedado desprestigiados. Los síntomas vasomotores son causa de risa y de minusvaloración. Los ajustes mentales y emocionales respecto a nuestro cuerpo, en un mundo presidido por la imagen y tan exigente para las mujeres, cuestan un proceso de adaptación, que requiere explicación y comprensión.
No se trata de medicalizar el ciclo de la vida, ni mucho menos. Se trata de atender integralmente a las mujeres en una etapa crucial en la que se dan cita importantes cambios biológicos, psicológicos y sociales.
CONCLUSIÓN
Si queremos atender a las personas desde una perspectiva holística, también en lo que a salud se refiere, hemos de tener en cuenta que se vive en conexión profunda lo biológico, lo intelectual, lo emocional, lo social, lo existencial, lo espiritual. Es una cualidad que habla de seres humanos integrales, conectados, sin compartimentos “estanco”. De ahí que sea más difícil vivirnos divididas. De ahí que soportemos peor la incoherencia o la mentira. Parece interesante para la vida saludable.
Liberarnos de ideas preconcebidas, atender en su peculiaridad a cada persona, contemplar cómo el enfermar y también el “curar” repercute no solo en el cuerpo sino en todo el ser, es una tarea de todos los que nos dedicamos a humanizar la salud. Una mirada específica, en este caso desde la atención a la salud de las mujeres, es universalizable.
Rosa María Belda, médica y counsellor
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