Dalian, noroeste de China. Madrugada del 22 de junio de 2019. Un hombre se lía a patadas y puñetazos con una mujer de 29 años en mitad de la calle. Le propina 15 puñetazos y siete patadas en la cabeza hasta dejarla inconsciente. Después, le baja los pantalones, le tira del pelo y acaba arrastrándola por el suelo. Una cámara de vigilancia graba la brutal agresión y las autoridades chinas la divulgan unos días después, entre el 25 y el 27 de junio, para lograr identificar al autor mediante la colaboración ciudadana.
Dos días más tarde, el 29 de junio, tiene lugar también de madrugada una presunta agresión sexual a una mujer mayor de edad en Canet de Mar (Barcelona). Dos menores extranjeros no acompañados tutelados por la Generalitat son detenidos y el juez decide encerrarlos en un centro especial durante al menos tres meses. A uno se le acusa de violarla y al otro, de grabarlo con el móvil y no hacer nada para impedirlo.
Las dos agresiones suceden con una semana de diferencia y a miles de kilómetros de distancia, pero eso no impide que en España muchos usuarios compartan por WhatsApp, Facebook o Twitter el vídeo grabado en China y lo relacionen con los hechos en Canet de Mar o con otros casos de menores extranjeros. No importa que en la esquina inferior derecha de las imágenes difundidas apareciese la fecha de grabación y que esta no coincidiese con la de Canet. El bulo ya estaba en marcha.
Una de esas personas que sube a su cuenta de Twitter la grabación, de 45 segundos, es un guardia civil de la comandancia de Barcelona. Lo hace el 1 de julio de 2019 a las 22:24 horas junto con el siguiente comentario: «Aquí tenéis el vídeo del mena marroquí de Canet de Mar, a esos que le vamos a dar la paguita hasta los 23 años, los niños de Pedrito Piscinas. Por cierto, luego para más inri la viola, estos energúmenos y estas manadas de marroquíes no saldrán en los medios».
No fue el primero ni el único. Otras personas compartieron en redes sociales ese mismo mensaje u otros parecidos y algunas incluso antes que él. Pero ese tuit, que fue visualizado 21.900 veces, le ha valido ahora, más de tres años después, una condena de 15 meses de cárcel, una multa de 1.620 euros y la inhabilitación durante cinco años para dedicarse a oficios relacionados con menores. No ha sido por difundir bulos, como muchos medios dijeron en un primer momento, sino por actuar en contra de la dignidad de las personas extranjeras, un delito tipificado en el apartado 2 del artículo 510 del Código Penal.
“Estamos en la era de las redes sociales y cualquiera puede decir lo que sea sobre los demás y que la información quede en la nube sin casi ninguna posibilidad de borrarse. Por eso es necesario que haya una regulación del odio en general y del odio en internet en particular”, opina Elisa Brey, profesora de Sociología y Opinión Pública en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Para Brey, que también es miembro del Grupo de Estudios en Migraciones Internacionales (GEMI), “hay que poner límite al odio y las faltas de respeto hacia el otro, inculcar más tolerancia y avanzar hacia la diversidad y la paz social”.
Ánimo de difamar
La sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona lo deja claro: el hombre divulgó las imágenes para “difamar de forma global e injusta a los menores no acompañados de otros países” y tratar de asociarlos con “actos violentos y agresiones sexuales”, algo que, según señala la Fiscalía de Barcelona en su escrito, no hace más que “aumentar entre la población los prejuicios y estereotipos contra este colectivo formado por personas especialmente vulnerables”.
Y es que el acusado, dice el Ministerio Fiscal, no solo actúo “movido por su animadversión y rechazo a los inmigrantes extranjeros de origen marroquí y entre ellos a su sector más vulnerable, los menores no acompañados”, sino también siendo consciente de que con su mensaje “generaba o podía generar entre la población sentimientos de rechazo, fobia y aborrecimiento” contra estos chicos y chicas.
De hecho, su perfil de Twitter estaba plagado de “publicaciones de naturaleza xenófoba y racista […] con supuestas informaciones deformadas y/o falsas sobre los inmigrantes en general”. Todas tenían en común un “idéntico rechazo frontal a la presencia de extranjeros en España, especialmente magrebíes y/o musulmanes”. También había colgado una frase pronunciada por el líder del Ku Klux Klan David Lane (“debemos asegurar la existencia de nuestra raza y un futuro para los niños blancos”) y una cruz celta, símbolo que los supremacistas blancos, los neonazis y los ultraderechistas usan habitualmente. La mayoría de mensajes eran del verano de 2019, al igual que el tuit sobre los menores de Canet.
Fue la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) de la Generalitat de Cataluña quien decidió elevar el caso a la Fiscalía al considerar que podría constituir delito. Durante la investigación, el hombre aceptó eliminar dos de sus perfiles en Twitter y antes del juicio borró también su cuenta de Instagram. No entrará en prisión al carecer de antecedentes penales y aceptar las acusaciones de la Fiscalía, que inicialmente pedía dos años de cárcel. A cambio, se compromete a no delinquir en dos meses, asistir a un curso de reinserción sobre igualdad de trato y no discriminación, y no volver a publicar contenido de odio durante los próximos dos años. La Guardia Civil, además, le ha abierto un expediente disciplinario tras conocer el fallo.
Laura Sanz-Cruzado @laura__ese
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