Cientos de personas impiden la deportación de dos ciudadanos indios en Escocia
«Son nuestros vecinos. Dejadlos ir». Es lo que cientos de personas del barrio de Pollokshields, al sur de Glasgow (Escocia), gritaban a las autoridades de migración británicas que trataban de llevarse detenidos a dos ciudadanos de nacionalidad india el pasado 13 de mayo, coincidiendo con la celebración musulmana del Aíd al Fitr o Fiesta del Fin del Ayuno. Tras siete horas de protesta pacífica, consiguieron lo que querían: los dos hombres fueron puestos en libertad entre aplausos y consignas proinmigrantes y refugiados. La voluntad de la comunidad se había impuesto.
La multitud se había empezado a congregar espontáneamente a primera hora del día al ver que agentes del departamento de migración habían entrado en una vivienda y detenido a dos hombres. Según el Ministerio del Interior británico, la operación respondía a “presuntos delitos de inmigración». Según fuentes del periódico The Guardian, la situación migratoria de los dos hombres no estaba clara.
Algunos vecinos comenzaron entonces a rodear el furgón donde ambos estaban retenidos con un único objetivo: impedir que Migración se los llevase. Uno de los manifestantes llegó incluso a colocarse debajo del vehículo para evitar que arrancara y no se movió de allí hasta que todo pasó. Poco a poco fue llegando más gente y a media mañana ya eran unas 200 personas. Habían improvisado un muro humano que no pensaban romper hasta que los dos detenidos quedasen libres. Aquellos hombres eran sus vecinos y así se lo hicieron saber a las autoridades migratorias.
Unas horas más tarde, la Policía escocesa, que estaba allí para proteger la seguridad pública, evalúa riesgos y decide abrir la puerta del furgón. Los dos hombres salían por fin. La presión ciudadana había dado resultado. El barrio de Pollokshields había demostrado que hay cosas más importantes que la situación administrativa de una persona. La solidaridad y la empatía con los migrantes y desplazados desde luego estaban por encima.
Tras conocer lo ocurrido, la primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, tuiteó: «Me enorgullece representar a un electorado y liderar un país que da la bienvenida y muestra su apoyo a los solicitantes de asilo y refugiados». Acusó además al Ministerio del Interior británico de actuar de manera «inaceptable» y de crear «una situación peligrosa», y aseguró que exigiría garantías para que algo así no se repitiese. “Hacer esto durante el Aíd al Fitr, en el corazón de nuestra comunidad musulmana y en medio de un grave brote de la COVID-19 fue asombrosamente irresponsable, pero el problema aún más profundo es una política de asilo e inmigración atroz», dijo.
Por su parte, el Ministerio del Interior británico afirmaba en un comunicado que seguiría “haciendo frente a la inmigración ilegal en todas sus formas” e insistía en que con su Nuevo Plan de Inmigración —presentado el pasado mes de marzo— “se acelerará la expulsión de quienes hayan entrado ilegalmente en el Reino Unido». El plan, que todavía es una propuesta sometida a consulta antes de convertirse en proyecto de ley, endurece la política de inmigración e impone mayores dificultades a los solicitantes de asilo. De hecho, pretende retener indefinidamente y negar el acceso a las ayudas oficiales que hoy existen a quienes entren al Reino Unido sin permiso o visado y reclamen su condición de refugiados.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) ha criticado duramente los planes del Gobierno británico y ha sostenido que Reino Unido «corre el riesgo de incumplir los compromisos legales internacionales en materia de refugiados». No es la única que lo piensa. Wafa Shaheen, del Consejo Escocés de los Refugiados, dijo en declaraciones a The Guardian que “este enfoque de mano dura del Ministerio del Interior es innecesario y evitable» y que la gente en Escocia está “harta” de redadas como la de Pollokshields. La prensa escocesa abría sus portadas al día siguiente con titulares como «Piénsalo dos veces, Ministerio del Interior», «Escudos humanos» o «El poder de la gente». Y es que sin duda, este barrio escocés es la prueba de que pocas cosas detienen a una comunidad unida y solidaria que tiene claro que aquellos que llegan son también parte del vecindario.
Laura Sanz-Cruzado (@laura__ese)
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