Animales No Humanos
Siempre he creído que la Carta de los Derechos Humanos de la Asamblea General de las Naciones Unidas, firmada en París el 10 de diciembre de 1948, se refería a las mujeres y hombres que habitamos el planeta: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros” (art. 1). Ahora tengo mis dudas.
Una se queda a cuadros ante declaraciones como esta: “El Derecho Animal es la única rama del derecho donde los clientes son siempre inocentes. Sin embargo, siendo ello una obviedad, conviene recordar que a lo largo de los siglos, los Animales No Humanos (en lo sucesivo, A.N.H.), cerdos, ratas, perros, loros, burros… y hasta moscas y orugas, fueron procesados, juzgados y condenados por la comisión de los crímenes más variopintos, a penas tan severas como el destierro y la muerte”, afirma Joyce Tischler, pionera en la Defensa del Derecho Animal, cofundadora y directora ejecutiva durante veinticinco años del Animal Legal Defense Fund.
La Declaración de la Conciencia Animal o el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea apoyan esta visión. En España, la Ley de protección de los animales de compañía (1997) queda superada por la Ley de Protección Animal de la Comunidad Autónoma de Aragón (marzo 2013): “Todos deben evitar maltratar a los animales, ya sea por acción u omisión, directa o indirectamente” (art. 3). Atender a un animal, doméstico o no, hace crecer a niños y adultos, al tiempo que es un acto realmente humano hacia el mismo –humanizar ratones es otra cosa–. Pero meter en el mismo saco a un maltratador, de animales humanos o no humanos, psicópata, infanticida… La polémica de no poder adoptar a un niño en ese caso saltaba hace unas semanas a la prensa.
La vuelta al calcetín
Humano: “Del hombre o de la humanidad. Limitado a lo que es propio de la imperfección humana y no elevado por encima de ella o inspirado en principios abstractos”; y también, “afable, afectuoso, benévolo, benigno, blando, caritativo…” (María Moliner, Diccionario de uso del español). Humanidad: “Naturaleza humana. Género humano. Conjunto de personas. Fragilidad o flaqueza propia del ser humano” (Diccionario de la lengua española).
Y es que le hemos dado la vuelta. Si no, ¿cómo entender que a un enfermo de ELA una trabajadora social le recuerde su derecho a la eutanasia, cuando pide asistencia personal? Hemos traspasado la barrera: científicos chinos han creado los tres primeros bebés modificadas genéticamente. Humanoide: “[Animal o cosa] cuya forma recuerda a la humana” (Diccionario del español actual). Esperemos no llegar a serlo nunca.
Recolocar el puzle
Aun con todo, el valor de la vida humana está in crescendo. Cada vez son más los médicos y sanitarios objetores de conciencia de la Ley Orgánica de regulación de la eutanasia (24 de marzo de 2021). El doctor Javier García Tirado, presidente del Colegio de Médicos de Zaragoza, explica la postura del colegio. “Tenemos una ley aprobada y en vigor, y somos conscientes de que no se ha acompañado del desarrollo necesario, ha sido un proceso algo precipitado; la implementación de los procedimientos que hay que seguir no se han difundido de la forma adecuada. Debería haber estado mejor planificada, y dotar así a los profesionales de una formación más consistente, extensiva a sanitarios y parasanitarios, además de tratar de hacerla llegar a la población”.
Uno de esos objetores, un facultativo del Hospital Universitario Miguel Servet, que ha firmado como tantos otros su propia. “… he atendido a foros de debate sobre el particular y da la sensación de que se ha hecho con prisa, sin contar con todas las partes. No obstante, creo que los objetores estamos aún en franca minoría, te podría hablar de un 30% frente al 70% que aprueban la eutanasia y aceptan ejecutarla tácita o directamente”.
Y está la experiencia personal, siempre respetable e intransferible. Albert Rey (Barcelona, 1953) forma parte de la asociación Dret a Morir Dignament (DMD) y de la Fundació Miquel Valls. Atiende a enfermos de ELA y tiene muy presente a Conce, su esposa, fallecida hace diez años de esclerosis. “La felicidad de mi esposa acabó cuando aparecieron unos síntomas que iban más allá de lo que ella consideraba una vida digna. Cada cual tiene un concepto personal de lo que es la dignidad. Ya es hora de que se apruebe de una vez la ley de la eutanasia. Pero debe ser lo suficientemente flexible como para no acabar siempre en los tribunales”, afirma Albert.
Muy distinta es la visión y experiencia vital de Jacint Vila (Vic, 1945), fraile franciscano, a quien le diagnosticaron hace una década esclerosis lateral amioatrófica, que atrofia ya los músculos de su cuerpo, avanza hacia la parálisis total y afecta también a su capacidad de hablar, masticar, tragar y respirar. Tres veces al año acude a la Unidad Multidisciplinaria de Esclerosis Lateral Amiotrófica del Hospital del Mar. “Quejarme sería injusto, estoy muy acompañado. Cuando tienes a alguien a tu lado, la eutanasia queda mucho más lejos. El futuro será el que Dios quiera. Estoy preparado, me he mentalizado mucho”.
Y puntualiza Jacint: “Lo que sí pienso es que, en los casos más extremos de dolor, no hay obligación de someter al paciente a pruebas extraordinarias ni de morir conectado a máquinas para alargar la vida tres días más. (…) Pero hay tan buenos servicios en la mayoría de hospitales… Y también ayudas a enfermos terminales, sedantes y calmantes. Lo importante es que el paciente no sufra exageradamente”.
Mª Pilar Martínez Barca