No son los del Dúo Dinámico, aunque también podrían serlo; o las muchas canciones de esa época, dulzonas casi todas, sobre el amor adolescente. Sería entonces que eran los chicos de esa edad los que, con el dinero de los padres, compraban los discos para los guateques.
No sé cuándo esta canción llegó a los periféricos de mis sentidos. Sé que algo de ella me enganchó a pesar de no ser de las más radiadas. Amor a primera oída. Y decidí instalarla en el disco duro de mis sentimientos musicales.
Casi tocar el cielo con las manos
Es una pregunta retórica: “¿Quién no ha tenido quince años?” Retórica porque parece que sólo se espera una respuesta: “Pues claro que tuve quince años. Y fueron maravillosos. Llenos de ilusiones. De descubrimientos amorosos y tiernos. De levantarme del suelo y casi tocar el cielo con las manos.”
Lo que pasa, lo que pasó, es que a veces ese mundo inmaterial se rompe, se rompió, por algo impensado, o por el simple y natural “cambio de pantalla”, o porque había razones que hacían bueno y saludable salir de él. O que evolucionaron hacia construcciones estables y firmes del “amor de toda la vida”.
Quién sabe. O mejor cada uno sabemos nuestra historia. Cada vida, una historia.
Seguramente todos hemos tenido “esos quince años”. Alguna vez. Quizá a los dieciséis, los dieciocho, los veintitantos. O los cuarenta. Unos años absolutamente singulares, como incrustados en una vida monótona y no siempre amable.
Quizá la pregunta debiera ser: “¿Quién no ha tenido alguna vez quince años?».
Amor primero
La canción que traigo hoy tiene un poco de todo eso: amor primero, inigualable, recuerdo, separación, nostalgia, reencuentro. Para algunos, como la vida misma.
Pero me enganchó su melodía que circula con suavidad hacia el oyente, las voces oídas cien veces en otros registros pero siempre cercanas. Sensaciones que envuelven más allá de cada verso concreto.
Hay dos versiones. La primera es de Amaya y Serrat. Palabras de amor. La otra va en versión bilingüe. Serrat y Ana Belén. Palabras de amor. A elegir
Buenos recuerdos. Nostalgias si acaso, pero curativas.
Pepe de Lucas, escritor
(Imagen, Pixabay)