Me encanta brujulear, conmigo misma, por las callejuelas del “Madrid antiguo”. Sin varita mágica, me regala un efecto especial, como si viajara en el tiempo. Pues bien, hace unos días, descubriendo la calle Relatores (¡relatores!, nos «viene al pelo» a los periodistas, que no “delatores”)…
Me encuentro con una lustrosa puerta de madera maciza, rojiza. Con una aldaba bien señorial, la faz de un león dorado, de expresión más bien amable y casi sonriente. Y cuando leí lo que ponía en la placa de la entrada…Retrocedí para contemplarla, despacio, y “tirarle” una foto para vosotros…
Fonda Diana: viajeros y estables
Tal como lo leéis. “Fonda Diana: viajeros y estables”.
La casualidad de tropezarme con una pensión, casa de huéspedes, fonda, que llevara mi nombre, me hizo la típica gracia, esa con la que sonríes para tus adentros -y para tus “afueras”-. Pero cuando leí la denominación “viajeros y estables”, automáticamente dibujé una metáfora de nuestras vidas, si me lo permitís.
Si, además, estamos en el mes que cierra el año, y quien más quien menos hace balance o repaso de lo vivido –y de lo sentido- en estos tiempos, pues nos brinda una combinación curiosa.
La metáfora no es nueva, ni mucho menos. Hasta podemos dis-frutar del libro de Andrés Trapiello con el mismo título, “Viajeros y estables”…
(También podríamos elegir la metáfora de un tren con sus vagones y su recorrido, paradas, descarrilamientos, cambio de vías, gestiones con el “guardagujas” de antaño…). Pero esta tiene un plus, me resulta más atractiva, ahora os explico por qué.
¿Nos sentamos en un banco y hacemos memoria?
¿Quiénes son los viajeros en tu vida?
Imagina por un momento. Imagina una fonda con tu nombre…Esa fonda es tu vida. O los últimos meses, si quieres. Y en ese lugar, hay personas que entran, salen, se quedan un tiempo más o menos largo…Llaman, preguntan, entran de golpe o llaman tan bajito que ni te enteras, pernoctan, comparten mesa y mantel mientras “el reloj corre”, como decía mi abuelo… Se despiden a la francesa o se largan a lo grande…
Piensa conmigo…
Re-pasa a esas personas…A esos viajeros…
Seguro que te vienen, a la mente y al corazón, escenas, momentos y sensaciones. También conversaciones…Y silencios.
Viajeros…y “estables”
Nunca se me hubiera ocurrido que hubiera “estables” en un lugar de donde se entra y se sale, jajajaja.
Para mí, esa palabra ricamente polisémica, y ahora aún más, tras el descubrimiento en C/Relatores, evoca permanencia, constancia, fidelidad, no cambio…Y, también, “equilibrio” (pensemos en la estabilidad emocional, la financiera, la atmosférica, incluso la de un coche o un edificio).
Pero sí. Resulta que puede haber estabilidad hasta en medio del trajín y el bullicio vivencial. ¡Vaya!
Ahora piensa en esas personas que están en tu vida en este momento. En TU fonda. “Estables”, o sea, que llevan tiempo, que no parece vayan a irse escaleras abajo…Y que, deleitémonos, incluso te proporcionan calorcito con su equilibrio, con un cariño, con una demostración real de presencia…
¿Qué gusto, no?
“Las gallinas que entran, por las que salen”
O lo que es lo mismo, en lenguaje finolis en plan moda minimalista, es necesario “hacer limpia” para dejar espacio a lo nuevo en tu vida. Con el remanente de la experiencia y lo aprendido, claro. En tu fonda.
Quedémonos con ese hermoso recordatorio de vida: disfrutemos de todos y cada uno de los huéspedes que hemos recibido en nuestra pensión. De ellos y de los momentos com-partidos con ellos.
Demos gracias por lo acontecido, y dejemos las habitaciones, pasillos, salones y comedores limpios, aireados y preparados para dar la bienvenida a nuevos hallazgos que llamen a la aldaba del león dorado, sonriente y amable…
Recibamos a la vida así, como él… ¿Te apuntas?
Diana Sánchez Simón