Podríamos llamarlas ángelas custodias, pero el genérico en español sirve para ambos sexos. Cojos y precarias haciendo vidas que importan, un libro que salía hace unos años, en el entorno del Foro de Vida Independiente, y nos define perfectamente, a las personas con diversidad funcional y nuestros asistentes personales.
ORÍGENES EN COMÚN
He tenido españolas, marroquís, rumanas, y sobre todo latinas. Chile, Argentina, Perú, Nicaragua, El Salvador… Huyen de la violencia y la miseria extrema hacia un mundo que creen a todas luces más humano.
Como denominador común, la unidad familiar suele ser diferente a como la hemos conocido tradicionalmente en España. El varón y padre de los hijos tuvo que emigrar en busca de trabajo, generalmente a Estados Unidos. O la pareja o matrimonio se deshizo por diferentes causas. A los niños hay que dejarlos con la abuela o la tía, todavía jóvenes, en espera de la reunificación familiar. Ellas mismas, hoy mujeres migrantes, se criaron a manos de la madre de su madre.
“Con 11 años, tuve que esconderme en una tuza u hojas secas de maíz para que no me matase la guerrilla. Y a mi padre lo mató la mara” (Carla, El Salvador). La violencia en la calle ha estado hasta hace nada a flor de piel. “Allí estás tomando un café, y puedes ver cómo matan a cualquiera a punta de pistola o metralleta” (Clement, Nicaragua). La percepción del político también cambia.
El ritmo biológico es distinto. Se pare y cría antes, se ama con intensidad. Y los pequeños guardan para siempre el calor de la abuela y el regusto de los guisos de siempre: frijoles, pupusas, torrejas, chicharrones, tamales, cuajadas… Cuando hay leche, que no siempre la hay.
POR UNA VIDA DIGNA
Hasta 5,5 euros por hora suelta me han confesado que les ofrecían. Una vergüenza. Con frecuencia abusamos de los diferentes.
En 2024, el salario mínimo interprofesional de una empleada de hogar ha ascendido a 1134 euros brutos, unos 8,87 euros a la hora. Justo es. Sin embargo, la mayoría de los grandes dependientes no podríamos pagarlo, ni por Invalidez, una Pensión No Contributiva (PNC) ni en concepto de Hijo a Cargo. Has tenido que trabajar, cotizar y/o percibir ya la Pensión de Orfandad. ¿Cómo si no sobrevivir al día a día?
Quien hace la ley hace la trampa, y en esto más que en nada. Asistente personal no es ningún caso equiparable a empleada del hogar. Un asistente personal es nuestras manos y nuestros pies, y realiza todas aquellas tareas cotidianas que no podemos realizar por nosotros mismos. Figura que todavía no se contempla a nivel legislativo, laboral ni económico.
Porque no se trata de una formación reglamentada, aunque a veces apoye, sino de que cada dependiente muestre a quien le asiste sus necesidades y cómo se le ayuda. No quiero traer explícitamente a colación el artículo 19 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU; ni el también artículo 19 de nuestra Ley de Dependencia y Autonomía Personal. La Asistencia Personal no tiene límites horarios y debe servir para incluir a la persona en la sociedad y en su entorno. El servicio de ayuda y asistencia domiciliaria, que algunos ayuntamientos y comunidades han implementado, a cambio de la prestación económica por cuidados en el entorno familiar, no llega ni a la llanta de una silla de ruedas.
HUMANIZÁNDONOS JUNTAS
La Agencia Precaria, un grupo de personas organizadas políticamente en contra de la infravaloración laboral de la atención y el cuidado a dependientes, y el citado Foro de Vida Independiente y Divertad, se aliaron en 2007 para implementar y poner en marcha algunos puntos esenciales del movimiento. Asistencia personal, personas y familias con diversidad funcional, independencia versus autonomía, Vida Independiente… Las marchas del FVID por las calles de Madrid y las continuas instancias a organismos, entidades y partidos políticos, serían sus constantes.
A nivel individual, mis asistentas y yo nos vamos adaptando día a día, al ritmo que la vida y las necesidades van marcando. Clement y su pasión por la lectura. Mila dejaba todo limpio como chorros de oro. Mar, tan detallista y buena cocinera que terminó montando un negocio de pupusas. Con Carla la relación cuidada-cuidadora, dentro y fuera de casa, se mantuvo cuatro hermosos años, salvando uno de pandemia; nos conocimos bien. Y llegó Hilda, tez oscura y alma transparente, señora de la selva y de los libros, como le gusta que la llamen; hacendosa y fuerte como un caballo, de aquellos que domesticaba en su tierra natal.
Mercedes, Cecilia, Rut, Luisa, Paquita… De todas me llevo algún tesoro. El o la asistente personal no surge de la nada, se va haciendo mientras me asiste, y ella –mujeres en mi caso– va superando el tiempo y el espacio, más o menos oscuro y precario, del que proviene. Nos vamos mutuamente humanizando.
Por Pilar Martínez Barca, escritora
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