Cosas imposibles pido
Tengo un reloj de pared cuyas agujas giran al revés. En lugar de ir a derechas, como el resto de sus colegas, éste gira a izquierdas. Pero esta singularidad no le confiere la virtud de que el tiempo “marche hacia atrás”.
Quizá sea porque tiene también los números puestos al revés; o sea, a la derecha del 12 está el 11 y sucesivamente el 10 y el 9; y correlativamente por el otro lado, en lo casi más alto el 1 y luego el 2. Así que la sucesión de las horas es la normal aunque se vean de manera distinta: después de las doce viene la una, y luego las dos y las tres, como en la canción de Sabina.
Al pie del reloj tengo pinchados en la pared unos versos de Cervantes:
“Cosas imposibles pido, / pues volver el tiempo a ser / después que una vez ha sido, / no hay en la tierra poder / que a tanto se haya estendido.” (El Quijote, libro 2, capítulo XVIII)
Vamos, que con ingenio mecánico o no, el tiempo va hacia delante, y el pasado ni se recupera ni se puede repetir.
Habría otros ejemplos literarios, pero no nos vamos a poner pretenciosos ni eruditos. Lo que es evidente no necesita gastar mucho tiempo en demostrarlo.
Los físicos y astrofísicos debaten sobre si el Universo podría haber sido construido de otra manera en este asunto; y si hay agujeros por los que plantarse en otro momento y otro lugar del pasado o del presente. Pero de momento no nos lo dejan claro, y vamos a dejarlos nosotros que sigan estudiando.
Así que no nos queda otra que vivir (¡y llenar!) el momento presente. Y con la evidencia de que no le podemos recuperar. O lleno este rato, leyendo, relacionándome, estudiando, viajando, relacionándome, escribiendo, también relajándome, relacionándome, etc. O este minuto vacío permanecerá vacío, como decía Martín Descalzo en una de sus novelas, por toda la eternidad.
Queda por resolver la duda filosófica de si leer, contestar, reenviar guasaps y twuits insulsos, es “llenar el minuto” o simplemente es disfrazarlo por fuera. Por contra, deben considerarse productivos los momentos de embeleso (cuando lo que tenemos delante nos absorbe las potencias y se nos cae la baba) ante un paisaje, una obra de arte, una música, una persona.
Del futuro más de lo mismo que del pasado: no se puede coger, no se puede “actualizar”, hacerle actual. Aunque aquí sí que tenemos acciones para prepararlo. Intentar que la flecha del tiempo, que siempre va hacia adelante, vaya apuntando hacia determinadas dianas que consideremos importantes, y dedicar tiempo a corregir trayectorias que pueden no ser de nuestro gusto.
Sólo existe el presente. El pasado ya pasó y el futuro no ha llegado. En mi mano está este minuto, y mi responsabilidad ante él y ante el resto de la humanidad.
“Corre el tiempo, vuela y va / ligero, y no volverá, / y erraría el que pidiese, / o que el tiempo ya se fuese / o viniese el tiempo ya.”
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