Esta escultura hiperrealista en un banco de un parque de Bilbao ha sido noticia en todos los medios informativos y en las redes sociales. Está bien vestida (colores alegres y bien conjuntados), no pide dinero, está bien aseada, con un reloj parado entre las manos, como reflejo de lo “eterno” que se hace un día en soledad. Es la representación de la soledad en el siglo XXI. Está sola en plena calle llena de gente.
Alejandro Rocamora Bonilla
No toda persona solitaria es andrajosa huraña y con mal carácter. También existen, lo que podríamos llamar, los solitarios de “cuello blanco”: bien trajeados, con semblante dulce, de posición económica media o alta, y que no da grima su aspecto. La soledad nos puede envolver, como la niebla, a todo ser viviente. No es exclusiva de una raza, género o posición económica. Existen, pues, ancianos/as incluso rodeados de familiares con incapacidad para compartir sentimientos y emociones. Es la soledad emocional no deseada.
Esta estatua es el contrapunto de otra imagen que se utiliza para significar el amor y la compañía: dos ancianos cogidos de la mano sentados en un banco mirando el atardecer y disfrutando de sus recuerdos compartidos.
LAS MIRADAS DE REOJO
La estatua de Bilbao no está en situación de espera, sino de resignación, con su cuerpo inclinado hacia la tierra, como una forma de transmitir su deseo de morir. Tampoco pide nada, ni se queja, ni manifiesta malestar, solamente está. Es como si ya asumiera su situación y aceptara su destino.
Los transeúntes pasan, miran y… siguen su camino. Es una metáfora de la actitud de nuestra sociedad ante la soledad del otro. Existen miradas de reojo, miradas inquisitivas, miradas de desprecio, miradas de indiferencia; también algunas miradas de compasión, miradas de ayuda, miradas de solidaridad. Podríamos decir que éstos son los protagonistas de esta historia, o al menos, lo que puede facilitar un final feliz.
Esta imagen me hizo pensar en una escena vivida hace unos meses, en mi paseo matutino por el parque: contemplé a un hombre acurrucado, en posición fetal, con unos cartones encima de su cuerpo. Al acercarme se levantó y se marchó… era real.
La estatua de Bilbao, pues, pone de manifiesto a esos 4,7 millones de personas que según el INE viven solas en España. De estos dos millones son mayores de 65 años y mas de 850.000 tienen mas de 80 años. Esta es la cruda realidad.
Se dice que un libro o un cuadro no está completo hasta que no es leído o mirado. Así, también, esta estatua hiperrealista no estará completa hasta que no nos cuestione qué hacemos con nuestros mayores, o mucho mejor, qué hacemos con “las personas que se sienten solas”.
Alejandro Rocamora Bonilla
Gracias por este escrito sobre la soledad «sola» de la que somos inconscientes mientras pasamos por la vida. Es toda una llamada al acompañamiento o a la consciencia.
Rosa
Muchas gracias Rosa, sí que nos hace reflexionar, la verdad…Un abrazo!