Es uno de los principios de la asertividad, la habilidad personal que nos permite expresar sentimientos, opiniones y pensamientos, en el momento oportuno, de la forma adecuada y sin negar ni desconsiderar los derechos de los demás. Una habilidad que también se convierte en una habilidad social porque al permitirnos ser honestos, directos y expresivos, con educación, ganamos el respeto del otro, por lo menos.
Pero esto hay que aprenderlo. No siempre resulta ni fácil ni cómodo, pero en el establecimiento de límites también se encuentra la libertad y la protección de nuestra autonomía. No hay nada malo en decir NO. Es más, poner límites es sano, saludable.
Aunque si nos cuesta, la Botica de San Camilo de la revista Humanizar 193 nos receta STOPMICINA. Unos parches reguladores de límites de máxima adherencia, resistentes al agua y transpirables. Además, sus efectos son inmediatos.
Recomendados para frenar comportamientos no deseados, priorizar la necesidades propias respecto a las del resto, relativizar y saber distinguir lo “importante” de lo “urgente” (lo mismo esa tarea inmediata que nos estresa está por debajo de la propia salud física, mental, relacional y espiritual) y lo mejor, anula el sentimiento de culpa.
Poner límites es una manera de prevenir el abuso y manipulación de los demás, incluso de uno mismo; de evitar situaciones desbordantes por decir a todo SÍ. Además, llevar las riendas de nuestros hábitos o rutinas que nos cuidan, nos coloca en el centro de nuestras prioridades y eso es salud.
Decir NO con plena conciencia nos hace dueños de nuestras decisiones, promoviendo el reconocimiento de las propias necesidades y deseos, (siempre desde el respeto a cuanto nos rodea). Asimismo, estimula las tres A: Autoconfianza, Autocontrol y Asertividad, que son ingredientes básicos para el Autocuidado.
Texto: Gema Moreno
Diseño: Manuel Barreda
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